La expectativa se debe al sorpresivo resultado de la votación el pasado 10 de octubre en la cual el actual jefe de estado y aspirante a la reelección, George Weah, obtuvo una victoria, pero pírrica, con apenas 40 décimas de punto sobre su contendiente, Joseph Boakai.
Weah entró en la liza con la ventaja que suele dar el desempeño de la primera magistratura, además de su cuasi adoración por su trayectoria como futbolista en los equipos Paris Saint Germain, A. C. Milán, Chelsea, Manchester City, Olympique de Marsella y Al-Jazira de Emiratos Árabes Unidos.
Por su fuera poco, Weah es el único africano poseedor del Balón de Oro, el máximo galardón al que puede aspirar un futbolista.
Pero todos los indicios apuntan a que su ejecutoria como mandatario mermó esa aureola y sus adversarios lo acusan de incumplir con sus promesas electorales, las principales erradicar la corrupción administrativa, y construir infraestructura para ayudar al desarrollo nacional.
Esos puntos flacos son los que han permitido a su rival marcarle varios goles durante la campaña proselitista con el resultado de un virtual empate técnico el cual tendrá que esperar hasta fines de año para quedar definido.
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