En su investigación «El Salvador ante la incertidumbre y los estándares de límites máximos de deuda pública sostenible», el centro de estudio señaló que los crecientes niveles de endeudamiento llevaron a El Salvador a cerrar el 2022 con una deuda pública de hasta 75 por ciento con respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
Eso significa, precisó, que por cada 100 dólares que produce, ya debe 75, situación que según René Hernández, economista e investigador de la UCA, expone a destinar cada vez más recursos al servicio de la deuda, hasta llegar a convertirse en la principal partida de gasto en el presupuesto general del Estado 2023.
Con apenas el 25 por ciento, el Estado tiene que atender las necesidades de la población, sociales, de infraestructura, de educación, de seguridad, entre otros, expresó el experto.
La situación es complicada pues instituciones crediticias como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) fijan un límite de deuda del 50 por ciento con respecto a fin de que países como El Salvador no experimenten problemas para pagar su deuda.
Si la economía mantiene su tendencia de crecimiento baja como el 2,2 por ciento previsto para este año, no estaría generando suficientes fondos, los gastos serán superiores a los ingresos, y la brecha fiscal generada deberá cerrarse mediante endeudamiento, opinó Hernández.
Según la aproximación de la UCA el futuro de la deuda nacional dependerá de voluntad política para optimizar el gasto y capacidad técnica para mejorar la eficiencia recaudatoria.
Eso se traduce para el corto plazo, en que se pueden incrementar los ingresos a través de la recaudación tributaria.
Sin embargo, para el mediano y largo plazos se necesita un mayor crecimiento económico, además de reformas estructurales al Sistema de Pensiones que sean sostenibles en el tiempo.
En la investigación se plantean tres escenarios posibles sobre la dinámica de la deuda en la próxima década, los cuales arrojan “datos preocupantes”.
Según valoraciones de expertos, el primer escenario revela que la deuda podría estabilizarse entre 75 por ciento y 80 por ciento del PIB en los próximos años, aunque advierten de que es muy reducida la probabilidad (de apenas 5,0 por ciento) de que ese porcentaje baje de 70 para 2031.
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