«Es pronto para cantar victoria», advirtió la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, al sopesar los posibles efectos del decrecimiento de la espiral inflacionaria para una zona económica, cuyo desempeño seguirá «anémico hasta final de este año».
A juicio de la funcionaria, los Estados miembros de la UE deberían acordar antes de finalizar 2023 nuevas reglas fiscales como «señal de unidad», en un contexto en que “los riesgos geopolíticos están ensombreciendo la perspectiva económica”.
La inflación, medida por los precios a los consumidores, bajó de 10,6 puntos porcentuales en octubre de 2022 al 4,3 % en septiembre de 2023; sin embargo, “es demasiado pronto para cantar victoria”, recalcó.
Asimismo, confirmó que los tipos de interés del BCE continuarán “en niveles lo suficientemente restrictivos tanto tiempo como sea necesario” para volver de manera oportuna al objetivo de una tasa de inflación del dos por ciento.
Expertos consultados por el BCE pronostican una inflación general en la eurozona del 5,6 por ciento en 2023, de 2,7 puntos porcentuales en 2024 y de 2,1 para 2025.
Este jueves la institución decidió mantener sus tipos de interés en el 4,5 por ciento, tras consecutivas alzas en 10 ocasiones a partir de julio de 2022.
En opinión de Lagarde, también las medidas restrictivas en materia fiscal deben promover la sostenibilidad de la deuda pública y las necesarias inversiones en competitividad y resiliencia.
Antes de finalizar 2023, deberá concluir la revisión de las normas europeas de control del déficit y la deuda, pero el tema continúa generando divergencias entre los defensores de una mayor disciplina fiscal y los partidarios de ampliar los espacios para la inversión pública.
La economía europea seguirá anémica el resto del año para reforzarse en 2024, sintetizó hoy la representante del BCE, quien enfatizó su exhortación a reformar las reglas que limitan el déficit y la deuda de carácter público, pues “sería una importante señal de unidad”.
Debido a la pandemia de la Covid-19, las reglas fiscales de la UE llevan congeladas casi cuatro años, pero volverán a aplicarse a inicios de 2024 de no haber un acuerdo para reformarlas, lo cual obligaría a los países más endeudados a recortar gastos y subir impuestos.
mem/mjm