Aunque Naciones Unidas reconoce beneficios en el desarrollo urbano como la posibilidad de nuevas formas de inclusión social, al mismo tiempo advierte de ciertos desbalances.
La desigualdad y la exclusión abundan en las grandes ciudades a menudo en tasas superiores a la media nacional, a expensas del desarrollo sostenible que sirve para todos.
A juicio del organismo, la planificación de las urbes es crucial para preparar la expansión ordenada de las ciudades con el fin de orientar las inversiones, preparar las subdivisiones del terreno e instalar infraestructuras básicas previas a la construcción.
El reacondicionamiento de las zonas construidas de manera improvisada es complejo y mucho más caro, alertan los expertos.
Responder al incremento de la población urbana parece dar lugar, o bien a un largo proceso de creación de capacidades para armonizar objetivos y colaborar eficazmente, o bien a una tendencia a abordar la urgencia mediante el desarrollo de infraestructuras sin tener en cuenta lo primero.
Por ello, la ONU insta a financiar un futuro urbano sostenible para todos.
Al mismo tiempo alienta, además, a las ciudades a innovar y experimentar, y también a aprender unas de otras para acelerar esta transición, por ejemplo, a través de iniciativas como las denominadas «ciudades gemelas» o redes de ciudades.
Las estadísticas confirman el balance desigual de las poblaciones entre el campo y la ciudad.
Hasta 2009, vivían más personas fuera de las zonas urbanas que dentro, sin embargo, actualmente alrededor del 55 por ciento de la población mundial vive en pueblos y ciudades, y se prevé que el nivel de urbanización sea de casi un 70 por ciento en 2050.
La mayor parte del crecimiento de esta población tendrá lugar en Asia y África, especialmente en China, India y Nigeria, donde las tasas de fecundidad siguen siendo elevadas.
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