Ollantay Itzamná*, colaborador de Prensa Latina
El presidente electo Bernardo Arévalo, asediado por la justicia del bando oligárquico de los desobedientes a Washington, se vio «obligado» a firmar un documento de «capitulación» con el bando oligárquico de los obedientes a Washington. Y lo más incómodo, arrastró a la capitulación a las organizaciones indígenas que ya comenzaban a perfilar como «los héroes» de Guatemala.
¿Qué dice el documento acordado con la patronal?
El documento «consensuado» entre algunos dirigentes indígenas, el Consejo Nacional Empresarial, Cámara de Comercio, Cámara de Turismo…, y Bernardo Arévalo, lleva el título de Acción para la Democracia. No tiene fecha, ni firma. Sólo logotipos.
Contiene 5 puntos.
El primero, relativo al «respeto del resultado electoral y el acto de la transmisión de mando para el 14 de enero próximo».
El segundo, indica que «no habrá represalias judiciales contra quienes salieron a defender los resultados electorales».
Los otros tres son retórica reiterada: Respeto de los derechos, respeto a la democracia y resolver conflictos pacíficamente. Es decir, sin tapar caminos.
En esta «acta de rendición» ante el empresariado obediente a Washington, no aparece por ningún lado la «exigencia» de la destitución de la Fiscal General. Consuelo Porras (con mandato hasta el 2026), Juez Orellana o del Fiscal Curuchiche.
No se menciona por ningún lado la cacareada «lucha contra la corrupción» o la poética «primavera tropical».
Más por el contrario, los «cansados» dirigentes indígenas, luego de un mes de protestas, se obligan a «resolver los conflictos» sin violentar los derechos (libre tránsito empresarial)
Arévalo, al parecer, tuvo que sacrificar también su pedido de «no hostigamiento judicial contra su partido Semilla». En el acta de capitulación no aparece este pedido reiterado desde hace más de un mes atrás.
¿Quiénes pierden y quiénes ganan con esta acta de capitulación?
Pierde el sector popular movilizado. Sobre todo quienes se sacrificaron creyendo que lograrían «remover» a los funcionarios señalados. Hasta parte de la jerarquía católica y su feligresía se movió en las calles con ese objetivo. Pero los dirigentes y el presidente capitularon. Aquellos quizás a cambio de no «sufrir» represalia judicial por encabezar la toma de caminos, y éste, con tal de asumir el mando el 14 de enero.
Pierde credibilidad la dirigencia indígena una vez más. No podía ser de otra manera en una República criolla racista. ¿Cómo van a explicar a las comunidades originarias que durmieron en las calles esta capitulación que los condena a «pacificación patronal»? Ojo, los supuestos acuerdos se hicieron en salones de hotel confortable, a espaldas de manifestantes, incluso sin prensa. ¿No era que los «héroes» indígenas de la democracia somos asamblearios?
Ganaron los agentes representantes de los intereses norteamericanos. No en vano Luis Almagro (Secretario de la OEA) tuvo que soportar los «insultos públicos» de Curuchiche. Ahora, Guatemala está bajo control nuevamente.
Ganaron ambos bandos de la oligarquía, obedientes y desobedientes a Washington. Estos porque no cedieron el control putrefacto que ejercen del aparato estatal. Aquellos, porque ya no habrá «lucha contra la corrupción», ni tapas de caminos durante el gobierno de Arévalo.
En resumen, aunque haya acta de capitulación, sin fecha, ni firmas, nada está dicho en este territorio tropical donde en instantes la tormenta se torna en huracán o viceversa. Un territorio donde el patrón desprecia al «indio», por más que «abone a la democracia patronal», al grado que, luego de cerca de un mes de movilizaciones festivas permitidas, el patrón en ejercicio ni se digna mostrar su presencia en el acto de la capitulación.
rmh/ oi
*Investigador, abogado y antropólogo quechua. Corresponsal y columnista de varios medios alternativos de América Latina
(Tomado de Firmas Selectas)