En una misiva dirigida a la Campaña Dominicana de Solidaridad con Cuba, el ICAP expresó que Rodríguez, ferviente defensor de la Revolución cubana, fue un revolucionario cabal, considerado uno de los más antiguos, sobresalientes y respetados combatientes de la izquierda dominicana.
Señaló que el también fundador y Primer Presidente de la Campaña, además de su Presidente de Honor, constituye un ejemplo de revolucionario para las generaciones futuras.
«Su legado, empeño personal e indiscutible admiración por nuestra Revolución, lo hicieron Embajador de la Solidaridad con Cuba en ese hermano país, contribuyendo al fortalecimiento de las relaciones entre ambos pueblos», puntualizó el texto firmado por Fernando González, presidente del ICAP.
Su integridad y militancia revolucionaria, le valieron el respeto y admiración de todo el Movimiento de Solidaridad del continente, y fue merecedor de la Medalla de la Amistad en 1998 y de la Orden de la Solidaridad, en fecha reciente.
Los que lo conocimos y tuvimos la dicha de compartir sus luchas y batallas, manifestó, estamos convencidos de que su ejemplo perdurará en las nuevas generaciones que darán continuidad a su obra, que es la de los que defienden la soberanía y luchan contra el poder hegemónico, destaca la nota.
El ICAP transmitió a su compañera inseparable, Miriam Rodríguez, a sus familiares, a los miembros de la Campaña Dominicana de Solidaridad, a sus compañeros del Movimiento Patria para Todos, las más sentidas condolencias y el acompañamiento en este momento de profundo dolor.
El legendario revolucionario dominicano Iván Rodríguez, de quien compañeros de militancia destacan su modestia, perseverancia y lucha incansable por las causas justas, se identificó desde muy joven con los procesos revolucionarios de la región, siendo la Revolución cubana su principal referencia.
A temprana edad se unió a las filas del Movimiento Revolucionario 14 de junio (14J) de oposición a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
Perseguido por sus ideas revolucionarias, se vio obligado a exiliarse en Puerto Rico y durante la revolución de abril de 1965 regresó a República Dominicana para proseguir la lucha.
Defensor de la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda en su país, en los años 70 sufrió prisión junto a su esposa de toda la vida, Miriam Rodríguez.
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