La bailarina, actriz y coreógrafa nacida en Londres, Reino Unido, dedicó largos años a promover aquí el arte como profesora en la Universidad de Chile y creadora de la primera carrera de Pedagogía de danza infantil en esa casa de altos estudios.
El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 significó un cambio drástico en su vida porque su pareja, uno de los más grandes representantes de la nueva canción chilena, fue detenido un día después de la asonada y asesinado poco más tarde.
Gracias a manos amigas ella logró rescatar el cuerpo de Víctor Jara y darle sepultura en esos momentos turbulentos, pero luego debió salir al exilio junto a sus hijas, Manuela y Amanda, y se convirtió en una de las primeras voces en denunciar las atrocidades del régimen militar.
Joan concedió entrevistas, encabezó numerosas manifestaciones, habló en actos y participó en eventos en distintos lugares del mundo para brindar testimonio de lo ocurrido en Chile y dar voz a las víctimas y los perseguidos.
A mediados de los años 80, todavía en dictadura, volvió al país, fundó el Centro Danza Espiral y continuó su larga lucha para esclarecer las circunstancias del asesinato de Jara y sancionar a los responsables directos e indirectos.
En 2009 la Cámara de Diputados y el Senado le concedieron la nacionalidad chilena, que le fue entregada por la entonces presidenta Michelle Bachelet.
Como parte de su lucha creó la Fundación Víctor Jara, cuya misión es cultivar la memoria del cantante, actor y director de teatro y apoyar la formación de nuevos talentos, enfocados en las causas sociales.
Al mismo tiempo, recuperó las instalaciones del antiguo Estadio Chile, hoy bautizado con el nombre de su esposo, donde éste fue confinado por los militares golpistas junto a cientos de chilenos, sometido a torturas y asesinado con 44 impactos de bala.
La muerte de Joan Jara causó numerosas muestras de pesar en el mundo artístico y político, así como entre representantes gubernamentales, encabezados por el presidente Gabriel Boric.
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