La estatal fuente revela además que la proporción de personas en extrema indigencia cayó del nueve al 5,9 por ciento, en ese período.
En 2022, se registraron 67,8 millones de personas en la penuria y 12,7 millones en la extrema.
Frente a 2021, estos contingentes retrocedieron 10,2 millones y 6,5 millones de personas, respectivamente.
De 2021 a 2022, la pobreza extrema y la no se redujeron en todas las regiones, especialmente en el norte.
Entre las personas de hasta 14 años de edad, el 49,1 por ciento eran pobres y el 10, extremadamente, el pasado año.
Ahora en la población de 60 años o más, un 14,8 por ciento resultaron necesitados y el 2,3, enormemente.
Un 40 por ciento de personas de raza negra o mestiza eran pobres en el calendario pasado, un nivel dos veces superior a la tasa de la población blanca (21).
Por su parte, el núcleo domiciliario formado por mujeres negras o mestizas, sin cónyuge y con hijos menores de 14 años, concentró la mayor incidencia de pobreza.
El 72,2 por ciento de los integrantes de esas familias eran pobres y un 22,6 de forma extrema.
La mayor parte de la población brasileña (64,6 por ciento de 215 millones de habitantes) vive en hogares propios y ya pagados. Ese porcentaje viene cayendo desde el inicio de la serie, en 2016 (67,8).
Asimismo, la condición de vivienda alquilada aumentó, saliendo de un 17,3 por ciento en 2016 para 20,2 en 2022.
De igual manera, en 2022 faltaba documentación para 13,6 por ciento de las personas que vivían en domicilios propios, o 9,6 del total de la población. Tal proporción cayó dos puntos porcentuales antes de 2019 (11,6 por ciento).
Entre la población más pobre, un 18,5 por ciento vive en hogares propios sin documentación.
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