El alza se debe a la propagación de las hostilidades en la segunda ciudad más grande del país, Wad Madani, situada a unos 140 kilómetros al sureste de Jartum, la capital, y en el corazón del estado de Al Jazirah, conocido como el granero de la nación africana.
En total, casi medio millón de personas huyeron desde que estalló la guerra en abril entre el ejército sudanés y su rival militar, las Fuerzas de Apoyo Rápido.
Miles de personas han vuelto a ser desarraigadas tras los enfrentamientos que estallaron en las afueras de Wad Madani, el 15 de diciembre.
«Esta es una tragedia humana de inmensas proporciones, que profundiza la ya terrible crisis humanitaria del país», dijo Amy Pope, directora general de la agencia.
Los afectados por los combates buscan refugio en otros estados vecinos y muchas también cruzaron la frontera hacia Sudán del Sur.
Algunos huyeron a pie y se guarecieron en zonas abiertas, refugios improvisados, escuelas y comunidades de acogida, de acuerdo con la OIM.
Después de ocho meses de continuos combates y horrendos niveles de violencia, con todos los signos de que se han cometido crímenes atroces, la rueda de la violencia sigue girando, aseguró la asesora de la ONU para la Prevención del Genocidio, Alice Nderitu.
«El precio lo siguen pagando los más vulnerables, los que imploran seguridad y justicia, y no reciben ninguna de las dos cosas», afirmó.
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