De acuerdo con la fuente, fueron 20 mil 822 nuevas inscripciones, casi 82 por ciento menos que el total registrado en 2022 (114 mil 44).
La reducción es, según la PF, resultado de reglas con mayores restricciones para la compra de artilugios bélicos por la población civil, implementadas por el Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva desde la toma de posesión, el 1 de enero de 2023.
En julio, un decreto de Lula redujo el número de aparatos de guerra y municiones a las que pueden acceder civiles para la defensa personal.
También el texto volvió a hacer obligatoria la comprobación de la efectiva necesidad para la adquisición.
Antes, civiles podían comprar, por ejemplo, hasta cuatro artefactos de uso permitido para la defensa personal, sin la necesidad de demostrar la segura necesidad.
El decreto de Lula estableció que podrían comprarse hasta dos armas de uso permitido para defensa personal, comprobándose el efectivo apuro.
Para el jefe de la división nacional de control de armas de la PF, delegado Humberto Brandão, «no basta una afirmación abstracta de que la persona tiene necesidad. Ella necesita demostrar, en el caso concreto, que efectivamente las circunstancias reales denotan que ella necesita aquella arma, para su seguridad personal».
Según la PF, además de la reducción en el monto de solicitudes de posesión de armas, el 75 por ciento de las nuevas solicitudes de porte, cuando la persona puede circular con el arma, fueron negados.
El Instituto Igarapé, dedicado a estudios sobre seguridad pública, indicó que el Gobierno todavía necesita avanzar en el control de las armas en circulación.
Otras estadísticas de la PF revelan que cerca de un millón de instrumentos de guerra están en manos de ciudadanos comunes.
«El acceso a arma de fuego es uno de los factores que influyen, inciden en la cuestión de la violencia, de la criminalidad, él no es el único, y claramente, la gente necesita esperar un poco para entender cuáles son los efectos que la política tendrá», refirió la directora de investigación del instituto, Melina Risso.
Investigadores aseguran que las armas no inhiben el crimen, sino incluso lo vuelven más letal.
Un artilugio de guerra siempre empeorará el panorama criminal en Brasil que, en 2020, era el octavo país más violento del mundo, según el listado de la Oficina de Naciones Unidas para el Delito y las Drogas.
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