Por Deisy Francis Mexidor
Corresponsal jefa en Estados Unidos
Esquivar el borde del abismo no hace más que aplazar grandes crisis hasta el calendario que recién empieza, un año en el que el país tendrá la distracción de los comicios presidenciales que, si siguen un patrón anterior, podrían augurar disputas electorales y extremismos políticos.
El 2023 puso sobre el tablero las pautas de los favoritos de los partidos tradicionales, republicano y demócrata, camino a los comicios del 5 de noviembre.
En el primer mitin de su campaña presidencial Donald Trump (R) prometió utilizar el Departamento de Justicia para perseguir a sus adversarios políticos, empezando por el actual mandatario Joe Biden (D) y su familia. Además, pronosticó que aumentaría la represión a los inmigrantes con deportaciones masivas, entre sus prioridades si regresa a la Casa Blanca.
Biden, sin prisa, dio a conocer que buscaría la reelección para “terminar el trabajo” y entró en la pelea con la confianza de que él es el único que podría vencer a Trump en una revancha, porque ya lo hizo una vez, pero la idea comenzó a causar cierta controversia.
Durante el 2023 ambos contendientes provocaron rechazo y emociones negativas entre el electorado. Un tanteo de diciembre, de la agencia AP-NORC, arrojó que el 58 por ciento de los adultos estarían insatisfechos con Trump como candidato republicano, mientras que el 56 por ciento opinó lo mismo acerca de Biden como abanderado demócrata.
Incluso los votantes expresaron su malestar porque desearían ver otros nombres en las boletas de noviembre.
En ese sentido, no ha cristalizado la opción de un tercer partido y nombres como los independientes Cornel West o Robert F. Kennedy Jr. solo servirían, como plantean analistas, para drenar un puñado de votos a los demócratas.
Por los republicanos, la exembajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley cerró un año en el que se convirtió de aspirante a la nominación, sin que creyesen mucho en ella, a la principal alternativa a Trump.
Para el expresidente el 2023 no fue un año de ganancias, pese a ser el candidato favorito entre los republicanos camino a la nominación del partido. En los primeros seis meses del calendario fue acusado de 91 cargos penales entre estatales y federales, y tiene cuatro juicios pendientes en Nueva York, Washington DC, Georgia y Florida.
Ahora mismo batalla para tratar de salvarse de los tribunales alegando inmunidad y, por otro lado, hay una fuerte presión para eliminarlo de la boleta electoral en algunos estados luego de los fallos excluyentes en Maine y Colorado.
En estos momentos existen impugnaciones aún en curso en al menos 12 estados del país, basadas todas en una cláusula poco conocida de una enmienda constitucional promulgada después de la Guerra Civil (1861-1865), la cual inhabilita a funcionarios del gobierno que “participaron en insurrección o rebelión” para ocupar cargos públicos.
Por lo tanto, hay razones obvias para no considerar a Trump como un ganador en 2023. Sus intentos hasta ahora de evadir el momento de la verdad (afirmar su inmunidad, tratar de agotar el tiempo e irritar a su base con ataques verbales contra fiscales y jueces) están lejos de tener garantía de éxito, opinó el diario The Hill.
No obstante, los sondeos indican una posición más fuerte que cuando empezó el 2023, pues en ese instante un Ron DeSantis se mencionaba como “estrella emergente” del Partido Republicano y se decía que era una versión mejorada de Trump.
Sin embargo, el gobernador de Florida se desinfló demasiado rápido, al punto que en la actualidad hasta le cuestionan la viabilidad de continuar en la pelea por la presidencia.
En cuanto al Congreso, los logros políticos característicos, si de ellos hablamos, tendieron a centrarse en evitar el desastre, como ocurrió en junio cuando en un momento de máxima urgencia se evitó que el país entrara en un perjudicial impago de la deuda.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo entonces que la aprobación del proyecto de ley (avalado antes por la Cámara de Representantes) significó que “Estados Unidos pueda respirar aliviado”. “Estamos evitando el impago”, añadió.
La ley, que entró en vigor tras ser firmada por el presidente Joe Biden, suspendió el techo de la deuda (fijado en 31,38 billones de dólares) hasta enero de 2025, o sea, durante todo lo que resta del mandato del demócrata, pero a cambio de recortes en ciertos gastos y otras medidas.
El 2023 dejó los sinsabores de un Congreso dividido que se catalogó como uno de los más improductivos de la historia nacional y los ciudadanos asistieron a los penosos debates para poder elegir primero al presidente de la Cámara de Representantes en enero (Kevin McCarthy) y meses más tarde ver cómo lo derrocaron.
En el Congreso, además, ocurrió la histórica expulsión de uno de sus miembros, George Santos. Catalogado de ser un mentiroso en serie, el representante republicano por Nueva York fue acusado de 23 cargos federales y espera juicio.
Otro miembro del Congreso en desgracia fue el senador Bob Menéndez, expresidente del influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado, acusado de corrupción tras aceptar jugosos sobornos que incluyeron, entre otros, lingotes de oro y decenas de miles de dólares.
Aún así, algunas figuras lograron arrebatar algún tipo de victoria a un año político bastante sombrío, como ocurrió con Mike Johnson, quien emergió de casi desconocido a presidente o «speaker» de la Cámara de Representantes tras el caos y a segundo en la línea de sucesión a la presidencia.
La elección del congresista de Luisiana constituyó la opción más aceptable para un partido sumergido en demasiadas peleas ocasionadas por sus miembros más extremistas.
Después de que ocho republicanos del ala más conservadora del hemiciclo le arrebataron el mazo a McCarthy, la conferencia republicana nominó a otros tres posibles sucesores (Steve Scalise, Jim Jordan y Tom Emmer) pero ninguno logró los votos necesarios. Solo a la cuarta Johnson cruzó la línea de meta.
Todavía quedan importantes desafíos por delante en cuestiones espinosas, desde la inmigración hasta la guerra de Ucrania, en los que habrá que ver cómo se moverá el actual «speaker», quien en noviembre pudo hacer coincidir criterios para evitar un inminente cierre del gobierno federal.
Estados Unidos sufrió igualmente fenómenos extremos en 2023 -desde incendios forestales, la devastación de la isla hawaiana de Maui hasta huracanes, olas de calor, tormentas de nieve-, asociados, según los expertos, a los innegables efectos del cambio climático.
La economía, que siguió golpeando a los ciudadanos -aunque la inflación bajó después de colocarse en los niveles más altos en las últimas cuatro décadas-, es uno de los asuntos que más interesan a los votantes de cara a las elecciones de 2024 y en este acápite el presidente Biden no tiene buenas notas.
En sentido general, el mandatario concluyó el 2023 con los peores números en las encuestas que cualquier otro presidente de Estados Unidos en búsqueda de la reelección durante más de cuatro décadas.
No dio tregua la violencia armada, que en un corte realizado el 31 de diciembre dejó aquí 653 tiroteos masivos en el año, entre ellos, el más letal del calendario, ocurrido en Maine, el cual en octubre quitó la vida a 18 personas.
Los incidentes con armas de fuego caracterizan la cotidianidad en la vida estadounidense y terminó un año más en el que la politización del problema mantiene dos bandos bien definidos y opuestos: los que abogan por un control (como el presidente Biden) y los que defienden su derecho a portarlas.
En lo social igualmente continúan las protestas a favor del respeto al derecho al aborto, tras la derogación en junio de 2022 de un histórico fallo de 1973 que protegía legalmente a la mujer a decidir sobre su cuerpo.
Las protestas prosiguen ante la avalancha de proyectos de ley restrictivos presentados en legislaturas estatales, en particular controladas por los republicanos, así como demandas en las cortes. Esta será una cuestión de campaña del ciclo electoral de 2024.
Pero la guinda del pastel en 2023 fue la crisis migratoria, un asunto que escaló en los últimos meses con arribos masivos a la frontera sur, los cuales llegaron a rondar los 10 mil cada día.
Solo en diciembre la Patrulla Fronteriza detuvo a más de 225 mil migrantes en el borde de Estados Unidos y México, y ciudades como Nueva York y Chicago colapsaron ante la falta de refugios.
En su empeño por la reelección, Biden tendrá que lidiar con la cuestión migratoria y una de las críticas en fin de año por grupos proinmigrantes y algunos congresistas hispanos es por hacer concesiones a los republicanos, quienes traicionarían promesas de campaña con tal de obtener ayuda militar para Ucrania e Israel.
Ese será un tema pendiente cuando retornen los miembros de ambas cámaras (Senado y de Representantes) al Capitolio el 8 de enero.
El 2024 quizás anticipa momentos borrascosos. Biden va cuesta arriba en su búsqueda de la reelección y tendrá que sortear no pocos obstáculos, entre ellos, la guerra abierta de los republicanos quienes, de cualquier manera, quieren que prospere la investigación de juicio político (impeachment) en su contra.
arb/dfm