De acuerdo con las fuentes, una andanada de cohetes impactó contra las instalaciones del campo gasífero de Konico donde están desplegados los uniformados del Pentágono, en la provincia de Deir Ezzor, a unos 450 kilómetros al nordeste de esta capital.
Otro bombardeo apuntó contra la base norteamericana ubicada al sur del municipio de Shaddadi, en la provincia de Hasakeh.
La autodenominada Resistencia Islámica en Iraq suele reivindicar la autoría de estos ataques en respuesta al apoyo estadounidense al genocidio que comete Israel contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Las bases militares estadounidenses en Siria e Iraq fueron atacadas 130 veces en los últimos meses, declaró el secretario de prensa del Pentágono, Patrick Ryder.
Según la información presentada, 53 de los ataques fueron en las instalaciones militares en Iraq y 77 en Siria. Las incursiones con drones, cohetes, morteros y misiles han herido a 66 soldados estadounidenses.
Washington mantiene una quincena de bases en territorio sirio sin el consentimiento del Gobierno de Damasco, ni la aprobación de las Naciones Unidas.
Siria denunció repetidamente esta presencia, la que calificó de ocupación, y aseguró que la actuación de los militares estadounidenses en el territorio nacional incentiva la actividad terrorista y apunta a desestabilizar el país y saquear sus riquezas.
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