Hoy los medios de prensa en diferentes partes del mundo anuncian su muerte. Recuerdo que, en aquel momento, yo había viajado a Caracas. Ella era una de las personalidades que acudió a respaldar la elección del presidente Nicolás Maduro.
No fue difícil que accediera a la entrevista, era solo cuestión de encontrar el momento y así fue. “Imagino a América Latina como un gran torbellino de esperanza”, dijo y ese fue el título del trabajo.
Nos acercamos en el breve tiempo del diálogo a esa mujer que irradiaba fuerza, nacida el 25 de enero de 1955 en Medellín, capital de la provincia montañosa colombiana de Antioquia, también a la abogada que decidió por la política y la defensa de los derechos humanos.
Su sangre afrodescendiente y por inclinarse a la izquierda quizás limitaron sus posibilidades de avanzar en la carrera hacia la Casa de Nariño en 2018, pero continuó su paso.
“Yo he ido a varios países de la región con el mensaje de la paz, he cruzado fronteras en pro de que los pueblos puedan seguir soñando con un mejor mañana”, confesó al hablar de lo que entonces la ocupaba.
“Además, siempre he demostrado tenacidad y compromiso con causas justas y humanitarias y en consecuencia mi mensaje también es de reconciliación y de la posibilidad de vernos no como enemigos sino como seres que buscamos el bien común”, subrayó.
Reviso las reacciones ante la triste noticia. Leo lo que escribió el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en su cuenta en X: “Piedad Córdoba fue una mujer golpeada por una época y una sociedad. Luchó toda su vida madura por una sociedad más democrática”.
“Un procurador fascista la expulsó del senado y se burló de sus electores, quise resarcir el daño y ayudé a que hiciera parte de la lista del Pacto Histórico, sentí que lo merecía. Como congresista la conocí y como senadora murió. Una verdadera liberal ha muerto”, escribió Petro.
No logro encontrar ahora la foto de aquel día de mayo en Caracas, pero sí recuerdo lo que me recalcó acerca de esa América Latina que imaginaba como torbellino de esperanza y para la que deseaba una “alegría y paz, capaz de contagiar eso a otros continentes” porque se necesitaba “una Latinoamérica unida y solidaria”.
Descanse en paz Piedad Córdoba, que se haga su sueño.
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