Según el Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo, Lula expresó su solidaridad con Noboa e indicó la voluntad de su administración de ayudar a Quito, incluso mediante la cooperación en materia de inteligencia y seguridad.
Admitió que la lucha contra la delincuencia organizada es también un reto para Brasil en los distintos niveles de gobierno, agravado por la porosidad y la longitud de las fronteras terrestres y marítimas del país.
El fundador del Partido de los Trabajadores recordó que Brasil ocupa la Secretaría General de Ameripol, organización regional que reúne a 30 países y se dedica a la cooperación y al intercambio de información policial.
Tal oficina es ocupada por el director general de la Policía Federal, Andrei Passos, quien trabaja en acciones de coordinación.
Los dos gobernantes coincidieron además en que los países sudamericanos deben estar unidos en la lucha contra el crimen organizado, que afecta a todos, y el fortalecimiento de la integración regional es una condición fundamental para superar el problema.
También hicieron hincapié en la necesidad de coordinar con las naciones consumidoras de drogas para combatir eficazmente el flagelo.
Ecuador enfrentó hace dos semanas una ola de atentados y actos violentos imputados a la delincuencia organizada.
Los episodios incluyeron asesinatos, secuestro de policías, artefactos explosivos, incendio de vehículos, motines en cárceles con 200 rehenes, que fueron liberados, y la toma de un canal de televisión.
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