Según un artículo aparecido en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, la música se puede sentir directamente en el cuerpo y cuando escuchamos nuestra canción pegadiza favorita, nos invade la necesidad de movernos al ritmo.
Esta puede activar nuestro sistema nervioso autónomo e incluso provocar escalofríos en la columna, afirmaron los investigadores tras realizar una encuesta mediante cuestionario en línea, con la intervención de mil 500 participantes occidentales y asiáticos.
“La música que evocaba diferentes emociones, como felicidad, tristeza o miedo, provocaba diferentes sensaciones corporales en nuestro estudio. Por ejemplo, la música alegre y bailable se sentía en los brazos y las piernas, mientras que la música tierna y triste se sentía en la zona del pecho”, explicó Vesa Putkinen, investigadora de la Academia.
Las emociones y sensaciones corporales evocadas por la música fueron similares entre los oyentes occidentales y asiáticos.
“Ciertas características acústicas de la música se asociaron con emociones similares tanto en los oyentes occidentales como en los asiáticos. La música con un ritmo claro se encontró alegre y bailable, mientras que la disonancia en la música se asoció con la agresividad”, destacó el profesor Lauri Nummenmaa.
Añadió que, dado que estas sensaciones son similares en diferentes culturas, las emociones inducidas por la música probablemente sean independientes de la cultura y el aprendizaje y se basen en mecanismos biológicos heredados.
Para Putkinen la influencia de la música en el cuerpo es universal, las personas se mueven con la música en todas las culturas y las posturas, movimientos y vocalizaciones sincronizadas son un signo universal de afiliación.
Consideró que la música puede haber surgido durante la evolución de la especie humana para promover la interacción social y el sentido de comunidad, sincronizando los cuerpos y las emociones de los oyentes.
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