El reporte asegura que al menos 170 mil menores dejaron sus hogares a causa de la falta de seguridad y la más reciente escalada lo que supone un alarmante incremento del doble con respecto al pasado 2023.
En las últimas dos semanas, cerca de dos mil 500 personas, en su mayoría mujeres, niños y niñas, fueron desplazadas tras los enfrentamientos en las zonas de Solino y Gabelliste, en Puerto Príncipe, la capital de la nación caribeña.
La situación supone una enorme carga sobre los ya exiguos recursos de las comunidades de acogida y los servicios sociales existentes mientras que los índices confirman el rápido deterioro de la situación y el profundo impacto que la crisis en los menores y grupos más vulnerables.
Los infantes y sus familias soportan oleadas incesantes de violencia brutal que día tras día traen nuevos horrores, la pérdida de seres queridos, hogares destruidos por el fuego y una sombra omnipresente de miedo, aseguró el representante de Unicef en Haití, Bruno Maes.
“La población, privada de elementos básicos como alimentos, atención médica y educación, se encuentra sumida en una crisis que despoja a la infancia de su propia esencia. Una catástrofe humanitaria está teniendo lugar ante nuestros ojos”, agregó tras una reciente visita a tres campamentos de desplazados en la capital.
Como respuesta, el Fondo de la ONU para la Infancia y sus aliados prestan ayuda multisectorial en las zonas afectadas, en particular a los niños y niñas separados de sus familias y a las personas que padecen las consecuencias de la violencia.
El apoyo incluye asistencia de emergencia, garantizar el acceso a la atención médica y psicosocial, así como ofrecer espacios seguros en los que los niños y las niñas puedan iniciar un proceso de sanación y recuperación.
Para cubrir eficazmente las necesidades humanitarias en el país en 2024, la Unicef solicitó 221,7 millones de dólares.
“No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras un sufrimiento sin fin menoscaba el futuro de los niños y niñas de Haití. Cada instante de inacción agrava aún más una crisis que está devorando sus vidas”, lamentó Maes.
La comunidad internacional tiene el deber de llevar esperanza y cambio a la vida de estos niños y de garantizarles un futuro más prometedor y seguro, urgió el representante de Unicef.
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