Tras una reunión de emergencia, la alianza gobernante rechazó el ataque norteamericano contra los lugares de las Fuerzas de Movilización Popular la noche del 2 al 3 de febrero, que provocó la muerte y heridas a decenas de afiliados y civiles.
Encabezada por el primer ministro Mohammed Shia Al-Sudani y con la asistencia del presidente Abdul Latif Rashid, el encuentro calificó el hecho de grave ataque a una institución oficial de seguridad iraquí y una violación de la soberanía nacional y de las normas y leyes internacionales que rigen las relaciones entre países.
Al respecto, renovó el apoyo al diálogo con la coalición internacional para poner fin a su presencia en territorio iraquí y asegurar la construcción de relaciones bilaterales.
También hizo hincapié en apoyar al gobierno para no permitir arrastrar a Iraq al escenario del conflicto en la región e insistió en la responsabilidad de todos en garantizar el mantenimiento de la seguridad y estabilidad en la nación
En este contexto, el jefe de las Fuerzas de Movilización Popular, Faleh al-Fayyad, confirmó una respuesta a la agresión estadounidense contra las regiones de Akashat y Al-Qaim, en el oeste de la gobernación de Anbar.
Durante el funeral ayer de los fallecidos por la agresión norteamericana, al-Fayyad declaró que este incidente no quedará impune, al considerarlo un ataque directo a la posición y dignidad de la nación.
Afirmó que las Fuerzas de Movilización Popular no aceptarán que la sangre de sus hijos sea una moneda política barata e instó al Parlamento y a las fuerzas políticas a tomar una posición clara sobre la acción estadounidense.
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