En el 108 aniversario del paso a la inmortalidad del héroe nicaragüense, tuvo lugar un acto cultural en la biblioteca Luis Ángel Arango, en esta capital, con la presencia de representantes del cuerpo diplomático acreditado en Colombia, periodistas, artistas y políticos.
El tributo, organizado por la embajada de Nicaragua en esta nación suramericana, contó con bailes tradicionales nicaragüenses, manifestaciones académicas, la exhibición de los documentales El país que más construye hospitales públicos y Modelo de salud en Nicaragua, entre otros.
La embajadora Milagros Urbina transmitió a los asistentes un saludo del gobierno sandinista y del pueblo de Nicaragua, al tiempo que resaltó el quehacer de uno de los hombres más universales de su país, quien mostró una temprana pasión literaria.
«En un viejo armario encontré los primeros libros que leyera. Eran un Quijote, las obras de Moratín, Las Mil y una noches, la Biblia, los Oficios de Cicerón, la Corina de Madame Stäel, un tomo de comedias clásicas españolas, y una novela terrorífica, de ya no recuerdo qué autor, narró el poeta en La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (1915).
El Príncipe de las letras castellanas, el lírico que ha tenido mayor influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispano, con un vasto legado que abarca poesía, prosa, autobiografía que suman más de una treintena de textos, nació en Metapa el 18 de enero de 1867 y falleció en León el 6 de febrero de 1916.
Sus primeros libros se publicaron en Chile, como Abrojos, rimas (1887) y, entre otros, Azul (1988), obra considerada el punto de partida del modernismo; Prosas profanas y otros poemas, en Argentina (1896), y una segunda edición ampliada en Francia (1901).
Igualmente se citan El canto errante (1907), Poema del otoño y otros poemas (1910) y Canto a la Argentina y otros poemas (1914) y el poemario Lira póstuma (1919).
En prosa, Los raros (1896 y 1905), España contemporánea (1901), Peregrinaciones (1901), El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical (1909), Letras (1911), Historia de mis libros (1916) y el libro póstumo Prosa dispersa (1919).
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