A través de una carta, los Obispos de la Conferencia Episcopal Peruana expresaron su cercanía con el líder religioso y el pueblo de la nación antillana, al tiempo que desearon una pronta recuperación al Monseñor Dumas.
“La situación de violencia que padece y remece al pueblo haitiano, recrudecida en los últimos meses por la inestabilidad social y política, convierte su tarea pastoral en una ocasión de valiente testimonio de fe, como demuestran ustedes sus pastores en estos últimos meses, invocando el cese de la violencia y el restablecimiento de la paz en su país”, subraya la misiva.
Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano calificó de gravísimo el atentado sufrido por Dumas, y condenaron enérgicamente este acto de violencia, así como cualquier acción terrorista que vaya contra la vida y la dignidad humana.
Los obispos mexicanos dijeron ser conscientes de la difícil situación de inseguridad que está padeciendo Haití, y expresaron su admiración ante “la fortaleza y firmeza de los pastores de la Iglesia haitiana que no se rinden en su misión evangelizadora.
“Hermanados en el dolor de la violencia, rezamos junto a ustedes para que pronto lleguen tiempos de paz, justicia y reconciliación para el pueblo de Haití”, subraya el texto.
En tal contexto, la Policía Nacional de Haití sigue sin dar con el paradero de los autores del atentado contra el obispo.
Ninguna banda se atribuyó el acto violento dirigido al prelado de Anse-à-Veau Miragoâne, quien estaba alojado el domingo en una casa en Puerto Príncipe.
Dumas –herido de gravedad, pero estable- es un crítico sin medida contra las bandas criminales que operan en Haití, en especial, contra el delito del secuestro calificándolo de práctica inhumana y despreciable.
En enero se ofreció como rehén a cambio de las seis monjas de la Congregación Hermanas de Santa Ana, que fueron plagiadas en Puerto Príncipe, y que hasta el Papa Francisco tuvo que suplicar por su liberación.
Dumas también es bien severo con la clase política de Haití, y llama constantemente a dejar atrás el individualismo para superar la crisis económica, política y social que agobia al país caribeño.
Recientemente expresó, es necesaria una transición pacífica del poder, la sociedad está paralizada por el miedo y esto es un símbolo del fracaso.
«En nombre de Dios, pedimos a las autoridades que pongan fin al sufrimiento del pueblo haitiano».
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