El magistrado Aryeh Romanov, del Tribunal de Distrito de Jerusalén, dictaminó que solo los musulmanes pueden orar de forma abierta en ese recinto, según el diario electrónico The Times of Israel.
El caso gira en torno a una orden policial de impedir la entrada al santuario durante 15 días a un judío tras ser sorprendido rezando allí.
Hace cuatro días, el Tribunal de Apelaciones de Jerusalén señaló que como la oración fue realizada en silencio no era un riesgo a la seguridad, lo cual fue interpretado como el fin de la prohibición para todos los judíos.
Pero en la nueva sentencia, Romanov destacó el hecho de que el acusado fuera atrapado como una prueba de que la oración no fue oculta ni silenciosa y por tanto ratificó la decisión de las fuerzas del orden.
El ministro israelí de Seguridad Pública, Omer Bar Lev, criticó la víspera el fallo del tribunal de apelaciones tras estimar que podría provocar un nuevo levantamiento palestino.
La decisión judicial ‘es un peligro para la paz pública y podría provocar un estallido’, manifestó el funcionario, que abogó por mantener el statu quo.
La sentencia provocó duras críticas de numerosos países y organizaciones musulmanas, en tanto las diversas facciones palestinas llamaron a intensificar las protestas.
El sitio sagrado es venerado tanto por musulmanes, que lo llaman Explanada de las Mezquitas, como por judíos, que lo conocen como el Monte del Templo.
Para los primeros porque en su interior está la Mezquita de Al Aqsa, mientras para los segundos porque allí se construyeron sus dos templos bíblicos.
Según los acuerdos alcanzados hace décadas, a los judíos solo se les permite visitar el área, con numerosas condiciones, pero no rezar.
Esta comunidad realiza sus plegarias en el muro occidental, conocido como Muro de los Lamentos o de las Lamentaciones, que constituye una barrera exterior del complejo y representa el único vestigio el segundo templo bíblico, construido por el rey Herodes.
La explanada de las Mezquitas forma parte de la ciudad vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967.
En 1980 ese país declaró a toda la urbe como su capital eterna e indivisible, una postura rechazada por la comunidad internacional, que considera la zona este como parte del futuro Estado palestino.
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