La Casa Blanca afirmó que aspira a tener cero emisiones netas en 2050, pero aún no detalló cómo lo conseguirá y de ahí, según diversos análisis, el secretismo, el cual pudiera despejarse cuando se inicie el 22 de abril próximo una cumbre internacional de líderes convocados por Biden.
En el primer día de su mandato, el presidente emitió una orden ejecutiva muy publicitada en la que pedía a los jefes de las agencias que recopilaran en un plazo de 30 días una lista de las normas medioambientales de la era Trump que debían ser anuladas o revisadas antes de finalizar su primer año de mandato.
Eso considérelo como la agenda medioambiental del primer año de Biden, según comentó Tony Francois, abogado principal de la Pacific Legal Foundation, quien lamenta que la Casa Blanca mantenga en secreto los pasos que dará.
Esto ocurre cuando son mayores las advertencias científicas de que los efectos del cambio climático pueden ser más devastadores que la pandemia de la Covid-19 y muchos consideran la acción global está distante para evitar el caos climático.
El consenso científico mundial es claro: las emisiones de gases que calientan el planeta deben reducirse a casi la mitad para 2030 si el mundo quiere evitar las peores catástrofes climáticas, valoró un análisis de Somini Sengupta en un reciente artículo que publicó el diario The New York Times.
Por otro lado, organismos internacionales aseguran que si los estados desarrollados y en desarrollo destinaran el 50 por ciento de sus gastos militares a la lucha contra los efectos del cambio climático, eso sería un gran avance para la humanidad.
Sin embargo, en general, la comunidad internacional no avanza con la celeridad necesaria y no son pocos los que estiman que las nuevas promesas climáticas presentadas a las Naciones Unidas por algunos países que se acogieron al Acuerdo de Paris son insuficientes.
Para Patricia Espinosa, directora de la agencia climática de la ONU, las promesas son decepcionantes y ‘están muy lejos de situarnos en una senda que permita cumplir nuestros objetivos del Acuerdo de París.’
Todavía falta Estados Unidos, que produjo más emisiones de gases de efecto invernadero que ningún otro país en la historia, y luego del gobierno de Donald Trump, su sucesor en el cargo, el demócrata Joe Biden, parece dispuesto a lograr avances sustanciales sobre el tema pero es algo rodeado de secretismo.
Mientras tanto, los científicos aseguran en estudios exhaustivos que cualquier calentamiento que vaya más allá de límite de 1,5 grados centígrados podría provocar un aumento de los incendios forestales y las sequías, una mayor inseguridad alimentaria y del agua, y la inundación de ciudades costeras e islas pequeñas.
Estimaciones del Banco Mundial de 2020 muestran que los desastres naturales costaron cerca de 18 mil millones de dólares anuales para los países de ingreso bajo y mediano, solo en daños a la infraestructura de transporte y de generación de energía, y también provocan pérdidas de al menos 390 mil millones al año.
Qué hacer es una de las interrogantes mas reiteradas por los más afectados.
En ese sentido son más las apelaciones a que cese la carrera armamentista y se reviertan sus recursos para favorecer la supervivencia del hombre. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2019, el gasto militar en el mundo alcanzó 1,4 billones de dólares estadounidenses.
Según estudios científicos y de expertos internacionales si se llegara a establecer un consenso entre los estados desarrollados y en desarrollo para que el 50 por ciento de los gastos militares se destinen a la lucha contra los efectos del cambio climático, podría representar un gran avance para la humanidad.
Pero, mientras tanto, en Washington hay silencio y se mantiene el secreto sobre la agenda ambiental pese a promesas de Biden a sus compatriotas de un gobierno transparente.
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