A pesar de esa significativa necesidad la AIE afirmó que el mundo dejó de invertir lo suficiente para satisfacer sus futuras necesidades energéticas, y lanzó serias advertencias ante la dirección adoptada en ese urgente asunto en plena escalada de los precios de la electricidad en Europa.
Un informe de ese organismo reconoció la emergencia de una nueva economía de baterías, hidrógeno o coches eléctricos, pero este progreso queda contrarrestado por la resistencia del statu quo y las energías fósiles.
‘El progreso de las energías limpias es demasiado lento para situar las emisiones globales en un declive sostenido hacia cero para 2050, lo que permitiría mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados, así como evitar turbulencias en los mercados energéticos’, indicó la agencia,
El petróleo, el gas y el carbón están todavía en el orden de un 80 por ciento del volumen total de la energía consumida y son responsables de tres cuartas partes de los desajustes climáticos, apuntó.
Hasta ahora, los compromisos adquiridos por los Estados solo permitirían, en caso de cumplirse, alcanzar hasta 2030 un 20 por ciento de la reducción total de emisiones de gases de efecto invernadero necesaria para mantener el calentamiento bajo control.
Las inversiones en proyectos energéticos descarbonizados deben triplicarse en 10 años para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, apuntó el director de la AIE, Fatih Birol.
Como la crisis de la Covid-19 frenó los progresos en la electrificación, especialmente en África subsahariana, la financiación de los países emergentes es clave porque deberán equiparse para evitar las centrales de carbón, aseguró.
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