Desde el lunes las pandillas reanudaron los intercambios hostiles luego de varias semanas en pausa, recluyendo en sus viviendas a los residentes de la zona, donde están emplazadas terminales petroleras.
“Ninguna mejora al nivel de Martissant. La guerra de pandillas continúa. Vivimos con el temor de ser destrozados en la cara por una bala perdida. Incluso dentro de su casa debe permanecer en guardia, alejado de ventanas y techos, se debe evitar cualquier rincón expuesto”, lamentó la periodista Mydna St Cima.
Medios locales reportan varios fallecidos entre los hostiles y civiles desarmados, además de numerosos lesionados.
La víspera, un estudiante del colegio Thomas St Victor fue alcanzado por un disparo mientras se encontraba en el aula, por lo que fue trasladado hacia los servicios de salud.
También en Martissant fueron secuestrados el lunes cuatro conductores de productos petrolíferos, operación que intentaron realizar el miércoles, pero al final solo hurtaron los vehículos.
Los asaltos a los distribuidores de combustibles intensificaron la escasez de este producto que enfrenta el país desde hace meses, lo cual septuplicó los precios de la gasolina en el mercado informal y triplicó el diésel.
Por su parte, la coalición G-9 y aliados condicionó la entrega de los carburantes a la renuncia del primer ministro Ariel Henry, a quien relacionan con el asesinato del expresidente Jovenel Moïse.
Ayer el portavoz y líder de esta coalición, Jimmy Cherizier, alias Barbecue, amenazó con despojar a Henry del poder, incluso a costa de sangre.
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