Robinson es el cuarto alto funcionario del Gobierno norteño en pisar tierras caribeñas desde finales de septiembre, luego de la subsecretaria de Estado de Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos, Uzra Zeya, el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols y el asesor especial del presidente Joe Biden, Juan González.
Durante su estadía tiene previsto reunirse con el primer ministro Ariel Henry, el titular del Interior y Justicia, Litz Quitel, y el recién instalado director policial, Frantz Elbé.
El funcionario llega en medio de una profunda crisis de inseguridad, con bandas armadas que controlan amplias zonas del país, y limitan la distribución de los carburantes, lo que forzó el cierre de al menos 50 instituciones de salud, mientras la empresa estatal que distribuye agua potable indicó que no podrá continuar brindando el servicio.
Medios de prensa, bancos, escuelas, instituciones estatales y privadas, hospitales y otros anunciaron la reducción de sus horarios ante la incapacidad de abastecerse de carburantes.
Washington volvió a asegurar que ayudar a los socios a trabajar por un Haití más pacífico sigue siendo una de sus principales prioridades, pero algunos expertos alertan que la situación del país podría ser resultado de una estrategia para forzar una nueva ocupación.
“Hoy está claro que hay una tendencia, querer creer que la solución a la actual crisis haitiana debe pasar por una intervención militar, que debemos dejar que la comunidad internacional maneje los problemas del país. La solución no puede provenir del Departamento de Estado de Estados Unidos”, dijo este lunes Camille Chalmers, directora ejecutivo de la Plataforma Haitiana para el Desarrollo Alternativo.
Para el también economista y académico, las bandas son un instrumento político al servicio del imperialismo estadounidense, el mismo que creó miseria, y la destrucción de instituciones, para poder aumentar el poder de las pandillas, aseguró en conferencia de prensa.
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