En una nota oficial, el Gobierno asegura que no existen pruebas técnicas o científicas que justifiquen la aplicación por parte de la UE de «criterios microbiológicos más estrictos para la detección de salmonela en la carne de pollo salada y de pavo salpimentado en comparación con la carne de ave fresca».
Señala que, al imponer estos criterios discriminatorios, la UE «actúa de forma contraria a las normas del Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC, y crea barreras injustificadas al comercio internacional».
Para el gigante suramericano, la solicitud de consultas es el primer paso formal en una disputa en la OMC. El Ejecutivo brasileño «espera que las consultas con la UE contribuyan a una solución amistosa», agrega.
Certifica que la fecha y el lugar de las consultas deberían acordarse entre ambas partes en las próximas semanas.
Según datos de la Asociación Brasileña de Proteína Animal, las exportaciones nacionales de carne de pollo ascendieron a 2,668 millones de toneladas entre enero y julio, con un crecimiento del 7,98 por ciento respecto a los siete primeros meses del año pasado (2,471 millones de toneladas).
Brasil, el mayor exportador mundial de ese producto, destina principalmente sus ventas a China, Japón, Emiratos Árabes Unidos y Sudáfrica.
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