La votación es vista por muchos como la oportunidad de desafiar a la élite gobernante, a la cual la percepción popular achaca la peor crisis económica y financiera del país en décadas.
Los estimados de la cancillería sitúan a la diáspora libanesa en al menos tres veces la población de seis millones del país, lo cual implica ser la fuerza electoral más poderosa si votara en masa.
El ejercicio comicial pondrá en juego 128 escaños, distribuidos a partes iguales para musulmanes y cristianos, tras los acuerdos sellados en Taif, Arabia Saudita, que pusieron fin a la guerra civil de 1975-1990.
Según el recuento final, la cifra exacta de votantes en el extranjero alcanzó los 244 mil 442 contra los 93 mil que se registraron para las elecciones de 2018, cuando por primera vez ejercieron ese derecho los expatriados libaneses.
Para esta ocasión, los activistas de la oposición organizaron campañas en las redes sociales para explicar el proceso de registro y convencer a sus compatriotas de la importancia de su voto.
Europa aportó el mayor número con unos 75 mil, seguida por Asia, 61 mil, y América del Norte, 60 mil, precisa el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En América Latina, una de las comunidades más grandes de emigrados libaneses, solo se inscribieron seis mil 350.
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