En un comentario tras concluir el rezo dominical del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el sumo pontífice señaló que la víspera sostuvo un encuentro con miembros de asociaciones y grupos de migrantes y personas que, en espíritu de confraternidad, comparten el mismo camino.
Al reconocerlos entre la multitud, Francisco les dio la bienvenida y llamó la atención sobre muchos migrantes expuestos, incluso en estos días, a peligros gravísimos y muchos que pierden la vida “en nuestras fronteras”.
Siento dolor, dijo, por las noticias sobre la situación en la cual se hallan muchos de ellos: los muertos en el Canal de la Mancha, los que se encuentran en las fronteras de Bielorusia, muchos de los cuales son niños, y los ahogados en el Mediterráneo.
Mucho dolor pensando en ellos, en los repatriados en el Norte de África, capturados por traficantes que los transforman en esclavos, venden las mujeres, torturan los hombres y, añadió, en quienes esta semana intentaron atravesar el Mediterráneo en busca de una tierra de bienestar y encontraron una tumba, y muchos otros.
En ese sentido, reiteró su llamado a «quienes pueden contribuir a la resolución de estos problemas”, para que la comprensión y el diálogo prevalezcan finalmente sobre todo tipo de instrumentalización y canalicen las voluntades y esfuerzos que respeten la humanidad de esas personas.
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