Por vías terrestres fronterizas o en vuelos de chárter comenzaron a llegar desde el miércoles, bajo un estricto control migratorio policial para cortar el paso de identificados hinchas violentos, “listas negras” en mano, proporcionadas por Brasil.
A pocas horas del choque en el estadio Centenario son visibles parciales en las calles montevideanas disfrutando de una soleada, todavía con relajado entusiasmo, cada cual con camisetas y emblemas, de rayas rojas y negras de Flamingo o Verde con cuadro de Palmeiras.
Equipos bastante igualados en historial de resultados nacionales y regionales, de ganar cualquiera de ellos conquistará su tercera Copa Libertadores, el primero la consiguió antes en 1981 y 2019, y el segundo en 1999 y 2000.
Solo lo lograron tres hasta la fecha por Brasil los planteles, Sao Paulo, Gremio y Santos, mientras el argentino Independiente lidera la lista con siete trofeos.
Pese al aparente clima de convivencia entre parciales, organizadores del conclusivo partido delimitaron y distanciaron alojamientos de jugadores y puntos de concentración y transportación de hinchadas rumbo a correspondientes áreas separadas en canchas.
Autoridades del turismo abrigaron expectativas de afluencias de visitantes que calcularon con sobrado optimismo en unos 60 mil, pero fuentes expertas del sector estimaron que serán mucho menos.
Medios periodísticos señalaron críticamente el elevado precio de las entradas al coliseo que pueden costar 600 dólares y descender hasta 100 en los peores lugares, en una urbe de las más caras del continente, recién llegados constatan quejosos.
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