Esa gran movilización destrabó el veto opositor a la ley del referendo, sin cuyo concurso la norma estaba congelada en el Congreso. Se requería el voto de al menos 105 congresistas, sobre un total de 157, para que fuera aprobada y el Movimiento al Socialismo (MAS) sólo contaba con 84.
No obstante, el pueblo movilizado hizo que la oposición cediera, levantara su veto y el Congreso sancionara el marco legal de la consulta. El 25 de enero de 2009, la nueva Constitución fue aprobada con el 61,43 por ciento de los votos y nació el Estado Plurinacional.
Luego de 13 años y un mes de aquella épica jornada, la Marcha por la Patria fue articulada por el Estado Mayor del Pueblo en dos masivas movilizaciones populares en defensa de la democracia amenazada por grupos de poder oligárquicos y etnofóbicos.
El 29 de noviembre llegó a La Paz, desde Caracollo y los Yungas, respectivamente, para hacer oír su voz a Bolivia y al mundo.
La gigantesca columna humana procedente de Caracollo arribó cerca de las 13.00 hora local a la histórica plaza de San Francisco, en pleno centro paceño, encabezada por el expresidente Evo Morales y el mandatario Luis Arce, y también por líderes indígenas, originarios, campesinos, mineros, cooperativistas, petroleros, gremialistas, estudiantes, vecinos y de otros sectores.
A su paso por las calles de la vecina ciudad de El Alto y durante su ingreso por las arterias de la zona norte de La Paz, cientos de miles de marchistas fueron acogidos por la hospitalidad de la gente con vítores y aplausos, mensajes de unidad en torno a la defensa de la democracia y su contundente rechazo a una nueva aventura golpista.
UNIDAD POPULAR
La unidad popular contra toda intentona golpista y en demanda de justicia para las víctimas del golpe de Estado de noviembre de 2019, se repitió en las calles que recorrió la segunda columna, conformada por decenas de miles de movilizados procedentes de la región subtropical de los Yungas.
Conforme los movilizados de las dos columnas recorrían las calles paceñas rumbo a la plaza de San Francisco, se evidenciaba que los cálculos previos sobre el número de marchistas quedaban superados por la realidad.
Más de un millón de bolivianos, nacidos en el altiplano, los valles, los llanos y en el Chaco, rechazaban en las calles la conspiración oligárquica contra la democracia y las conquistas sociales.
Era un pueblo movilizado que defendía la integridad de su territorio, expresaba el firme apoyo al gobierno constitucional del presidente Arce y reivindicaba el ejercicio de su soberanía para elegir a las autoridades.
Cuando la cabeza de la Marcha por la Patria, que inició su caminata en la población de Caracollo, arribó a la plaza de San Francisco, la retaguardia de la formidable columna aún recorría la avenida 6 de Marzo y se acercaba a la Ceja de la ciudad de El Alto, a 15 kilómetros del centro paceño.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños desde el 23 de noviembre recorrieron al menos 188 kilómetros antes de llegar al centro del poder político del país andino-amazónico, y durante una semana escribieron con su esfuerzo una de las páginas más brillantes de la construcción de la democracia boliviana.
Por su trascendencia y significado histórico, la Marcha por la Patria sólo es comparable con la multitudinaria movilización popular de 2008 por la nueva Constitución Política y con la Marcha por Tierra y Territorio de los pueblos indígenas del oriente boliviano de 1990.
RESPUESTA CONTUNDENTE A CONSPIRACIÓN ULTRACONSERVADORA
La conspiración ultraconservadora, liderada por la oligarquía terrateniente alentada por racistas que desprecian al indio y se cobijan bajo las sotanas de curas colonialistas, recibió una respuesta contundente. Más de un millón de bolivianos dejaron bien claro que no tolerarán un nuevo golpe de Estado.
Si las gigantescas columnas marcaron un hito en la historia boliviana, defendieron en las carreteras y en las calles el derecho de un pueblo a gobernarse a sí mismo, las marejadas humanas se tornaron multicolores con el ondeo de decenas de miles de wiphalas y banderas bolivianas.
A lo largo del trayecto de 188 kilómetros, los movilizados recibieron la solidaridad de comunidades campesinas y centros poblados, cuyos habitantes les ofrecieron agua, comida, cobijo y socorro. Más allá de ser collas, cambas o chapacos, todos somos bolivianos, y es innegociable el vivir en democracia.
Esa sentencia popular a favor del sistema de derecho la hizo suya el presidente Luis Arce. “Nunca más golpes de Estado”, apuntó el mandatario durante el discurso que pronunció ante la masiva concentración popular en la plaza de San Francisco y calles adyacentes.
El presidente boliviano, que hace un poco más de un año fue electo en las urnas con el 55,11 por ciento de respaldo popular, enrostró a la ultraconservadora oposición que el pueblo “exige respeto al voto en las urnas”.
“Exige que aquellos que nunca ganaron elecciones, que esos que perdieron en las urnas y siempre que la democracia no les sirve, utilizan todo para hacerse del poder”, aseguró.
A su vez, el líder de la Marcha por la Patria y expresidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, aseguró que “vamos a defender nuestra revolución, nuestro proceso (de cambio) y modelo económico. Esto pasa por la defensa de Lucho (el presidente Arce) y David (el vicepresidente Choquehuanca)”.
Todos los líderes de los movimientos sociales que hicieron uso de la palabra ante la masiva concentración coincidieron en la defensa intransigente de la democracia y del gobierno constitucional del presidente Luis Arce.
En ese contexto, si la marcha ‘octubrista’ de 2008 representó la derrota de la vieja república oligárquica, segregacionista y servil al imperialismo, la movilización ‘noviembrista’ de 2021 reivindicó al pueblo como el único depositario de la soberanía, por sobre los turbios intereses de neoliberales y ‘cívicos’ ultraconservadores.
Esta es la Bolivia plurinacional que, como nunca antes, alzó su voz soberana en defensa de la democracia y el inalienable derecho de transitar por el camino que el pueblo elija.
arb/dav
(*) Periodista boliviano, colaborador de Prensa Latina
