Con una población que roza los 52 millones de habitantes, esa nación asiática reportó desde marzo de 2020 y hasta la fecha cerca de 445 mil contagios, con más de tres mil 500 fallecidos a causa de la enfermedad de Covid-19.
El programa nacional de inoculación contra el coronavirus arrancó en febrero pasado de manera lenta, pero el país logró impulsar su plan y para noviembre ya contaba con casi el 79 por ciento de su población inmunizada debido a la aplicación de fármacos de las compañías Pfizer, Janssen, Moderna, Novavax y AstraZeneca.
Durante el mes de agosto, el presidente Moon Jae-in reveló las pretensiones de Corea del Sur de convertirse en la quinta productora mundial de vacunas en los próximos cuatro años, así como en centro global de producción de fármacos contra el coronavirus.
Sin embargo, los riesgos epidemiológicos persisten y el país avanza hacia el 2022 con no pocos retos en ese sector.
Por lo pronto, el gobierno surcoreano recrudeció una vez más sus restricciones de entrada para evitar que Ómicron, la nueva cepa del SARS Cov-2, se propague en el territorio nacional, tras confirmar el primer caso el pasado 30 de noviembre.
PROBLEMÁTICA MEDIOAMBIENTAL
La pandemia mundial de coronavirus agravó en el 2021 la ya complicada situación medioambiental, con la exacerbación de problemáticas como la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero.
En medio de ese panorama, Corea del Sur acogió en mayo la cumbre virtual de la Asociación para el Crecimiento Verde y los Objetivos Globales 2030, también conocida como P4G, con la participación de líderes de más de 60 de países.
Al intervenir en la cita, el ministro surcoreano de Asuntos Exteriores, Chung Eui-yong, aseguró que la nación asiática sería el enlace entre los países en su esfuerzo conjunto para combatir el cambio climático.
Corea del Sur mantendrá su rol de puente entre los países avanzados y en vías de desarrollo para fortalecer las respuestas globales contra el cambio climático, señaló Chung.
No obstante, el Estado asiático enfrenta en la actualidad un grave problema de polución, con estudios que sugieren que hasta un 60 por ciento de la contaminación del aire en Corea del Sur proviene de los sitios industriales.
TENSIONES TERRIOTORIALES
Las disputas territoriales también marcaron la agenda surcoreana en 2021, con reclamos y acciones que crisparon las ya dañadas relaciones entre Seúl y Japón. Corea del Sur presentó el 11 de junio una protesta formal contra el renovado reclamo de las islas Dokdo hecho días antes por Tokio.
En las jornadas siguientes Seúl realizó su ejercicio militar anual en los islotes más orientales del país y sus alrededores, cuya zona marítima también está en disputa con Japón. El simulacro, llamado Ejercicio de Protección Territorial del mar del Este, involucró a la Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Costera de Corea del Sur.
En protesta contra dicho entrenamiento, Tokio canceló los diálogos previstos entre el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y el entonces primer ministro nipón Yoshihide Suga, acordados solo días antes, durante la cumbre del G7 en Reino Unido.
Japón realizó reclamaciones territoriales sobre Dokdo en reiteradas ocasiones, aunque Corea del Sur mantiene el control efectivo de los islotes desde su liberación del dominio colonial nipón en 1945.
Las relaciones entre ambos países se encuentran en una de sus peores fases en los últimos años por cuestiones históricas y diplomáticas, que se extendieron a los ámbitos económico y militar.
Por otro lado, al interior de la península las relaciones entre las dos Coreas dieron muestras de dar pasos hacia el entendimiento, tras la restauración de las comunicaciones directas. Ese trascendental hecho dio paso al anuncio en julio de un proyecto que permitiría la realización de videoconferencias entre las familias separadas.
En abril de 2018, el mandatario Moon Jae-in y el presidente del Comité de Asuntos de Estado de Corea del Norte, King Jong-un, acordaron resolver las cuestiones humanitarias que resultaron de la división de la península, incluida la reunión de las familias separadas debido a la Guerra de Corea (1950-1953).
Las líneas de comunicación directa entre los dos países se restauraron en 2021, luego de una interrupción que se extendió por más de un año en medio de las estancadas negociaciones nucleares.
Sin embargo, la constante inclinación de Seúl hacia los injerencistas “planes de contingencia en tiempos de guerra” impulsados por Estados Unidos enfriaron nuevamente las pláticas entre las Coreas, un reto que la nación del sur de la península deberá intentar solventar en 2022.
AGITADA AGENDA INTERNACIONAL
En los últimos meses Seúl puso especial énfasis a sus relaciones con Centroamérica, participando en junio en la cuarta cumbre entre Corea del Sur y el Sistema de la Integración Centroamericana, por invitación del presidente de Costa Rica, Carlos Andrés Alvarado.
Precisamente, las relaciones entre esa nación y Surcorea comenzaron con buen paso este año, pues los líderes de ambos países conversaron en enero sobre la pandemia de Covid-19 y los esfuerzos para promover una economía verde y libre de emisiones.
En noviembre, el Instituto Mundial de Crecimiento Verde, con sede en Seúl, anunció la apertura de una oficina regional en San José para coordinar los esfuerzos en el enfrentamiento al cambio climático en Centroamérica.
Igualmente ambos estados firmaron en ese mismo mes un memorándum de entendimiento sobre cooperación en el sector medioambiental, que incluye la colaboración en la economía circular, los vehículos ecológicos y la neutralidad de carbono.
Corea del Sur busca iniciar el 2022 con la vista enfocada en la recuperación pospandemia, acompañada de un programa coherente en favor del medio ambiente. Sin embargo, aún tendrá que sortear escollos en el plano geopolítico, marcado por las constantes presiones desde Washington y el empuje de China como actor socioeconómico de peso en la región.
arb/nvo
(*) Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina