Científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (JPL), informaron que el acoplamiento de ese fenómeno en la atmósfera y el océano altera la circulación atmosférica global, así como la trayectoria de las corrientes en chorro de latitud (flujo de aire intenso).
Pronosticaron en el Pacífico occidental un aumento drástico de las precipitaciones en Indonesia y Australia, mientras que sobre la región central y oriental serán más esporádicas, ejemplo de ello las condiciones secas en Brasil, Argentina y más húmedas en América Central.
En el caso de América del Norte, definieron un clima más frío, a diferencia del cálido y seco en el sur de Estados Unidos y el norte de México, precisó un comunicado.
Josh Willis, científico climático y oceanógrafo de JPL, declaró que La Niña probablemente signifique malas noticias para el suroeste del país norteño, porque debería tener lluvias más bajas de lo normal este invierno. “(…) sigue siendo una señal no deseada para un área que ya está sumida en una gran sequía”, concluyó.
Reveló la nota que esas previsiones son resultado del análisis de las condiciones en el océano Pacífico central y oriental observadas del 26 de noviembre al 5 de diciembre pasado por el satélite Sentinel-6 Michael Freilich.
El globo mostró anomalías en la altura de la superficie del mar, en la cual los tonos de azul indicaron niveles del mar más bajos que el promedio (en condiciones normales parecen blancas) y los rojos revelaron áreas donde ese parámetro estaba más alto de lo normal.
La expansión y contracción de la superficie del océano es un buen indicador de las temperaturas porque el agua más caliente se expande para llenar más volumen, mientras que el agua más fría se contrae, destacaron los investigadores. Esas condiciones permanecerán hasta la primavera de 2022 en el hemisferio norte.
El evento de La Niña comenzó a finales de 2020 y encaja en un patrón climático más amplio que ha ocurrido durante casi dos décadas: una fase fría (negativa) de la Oscilación Decadal del Pacífico (DOP), recordó la nota de prensa.
Durante la mayor parte de las décadas de 1980 y 1990, el Pacífico estuvo atrapado en una fase cálida de la DOP, que coincidió con varios eventos fuertes de El Niño, pero desde 1999 predomina una fase fría. La sequía a largo plazo en el suroeste de Estados Unidos coincide con esta tendencia, señaló Willis.
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