El año debutó con pugnas por la duración del mandato del asesinado presidente Jovenel Moïse- aupado por el Partido Haitiano Tet Kalé- quien llegó a la jefatura del Estado en 2017 tras dos controvertidos procesos electores, con serias acusaciones de fraude, y cuya gestión tras el mortal terremoto de 2010 fue ampliamente criticada.
Un amplio grupo de plataformas sociopolíticas, religiosos, jueces supremos, gremios sindicales, intelectuales, académicos y otros, estimaron que el mandato llegaba a su fin en febrero de 2021, mientras Moïse aseguró que contaba con otro año en el poder.
Un frustrado intento de magnicidio a inicios de febrero, el despido de tres jueces de la Corte de Casación, y las protestas antigubernamentales completaban el cuadro político de un país que, además, no contaba con Parlamento funcional desde hacía más de un año, y la corte suprema solo tenía la mitad de sus magistrados. MAGNICIDIO
El 7 de julio, Haití amaneció con la noticia del magnicidio, el quinto ocurrido desde su independencia en 1804, y del cual aún hay pocas respuestas.
Un comando armado integrado por exmilitares colombianos irrumpió en la residencia presidencial, ultimó al jefe de Estado e hirió a su esposa, quien tuvo que ser trasladada de urgencia a un hospital en Estados Unidos.
La investigación forense determinó que Moïse recibió al menos 12 disparos en la zona del abdomen, pecho y cabeza, y no sobrevivió al ataque.
De los presuntos gestores 18 se encuentran detenidos en la Penitenciaría Nacional, junto a una docena de policías que integraban la guardia presidencial y tres responsables de seguridad.
También permanece arrestado el médico Emmanuel Sanon, acusado de autoría intelectual, mientras el empresario Samir Handal, y el exmilitar colombiano Marco Antonio Palacios, sobre quienes pesan cargos de asesinato y robo a mano armada, fueron capturados en Turquía y Jamaica, respectivamente.
Los perpetradores saquearon el dormitorio y estudio personal del mandatario, y llevaron consigo el servidor de la cámara de vigilancia de la residencia, cientos de miles de dólares y otros artículos.
Una reciente investigación del periódico estadounidense The New York Times, aseguró que, además, hurtaron una lista en la cual figuraban poderosas personalidades, presuntamente relacionadas con el narcotráfico, entre ellas Michel Martelly, quien llevó a Moïse a la presidencia.
Pero cinco meses después hay más preguntas que respuestas.
Las autoridades aún no divulgaron las imágenes de seguridad, ni pudieron relacionar el caso con los supuestos financiadores o determinar la falla de seguridad para que ciudadanos extranjeros con poco conocimiento del idioma local y sin ningún enfrentamiento ingresaran en una de las mansiones más custodiadas del país.
Desde entonces influyentes voces como el ex canciller Claude Joseph, o el exministro de Justicia, Rockefeller Vincent, apuntan sin miramientos al actual primer ministro Ariel Henry, de quien incluso se demostró que conversó con uno de los supuestos planificadores del magnicidio.
MORTAL TERREMOTO
Aún en plena crisis por el magnicidio, y en medio de la pugna por la sucesión del poder, Haití volvía a sacudirse como hace 11 años con un devastador terremoto, esta vez en su zona meridional, que afectó los departamentos Sur, Nippes y Grand Anse.
Más de dos mil 200 fallecidos, 12 mil 700 heridos, 130 mil viviendas destruidas y casi un millón de personas necesitadas de asistencia humanitaria urgente, fue el saldo del sismo de 7,2 grados en la escala de Richter ocurrido el 14 de agosto, un 40 por ciento más intenso que el de 2010.
Decenas de miles de personas tuvieron que trasladarse a precarios refugios improvisados, luego que sus casas desaparecieran por el movimiento telúrico y ante el temor de réplicas del sismo que fue perceptible en naciones vecinas como República Dominicana, Cuba y Jamaica.
Las autoridades y Naciones Unidas estimaron que casi un millón de personas requerían asistencia, mientras las redes de distribución de agua potable en la región sufrieron graves daños, así como las instalaciones hospitalarias.
Socorristas de varios países trabajaron durante más de una semana para sacar a las víctimas de los escombros, en momentos en que crecía la solidaridad internacional de los países que enviaron decenas de toneladas de ayuda.
Una vez más, como en 2010, los médicos de Cuba se desplegaron en la zona del desastre, montaron hospitales de campaña y atendieron a los heridos, al tiempo que continuaron con los trabajos de prevención para evitar la incidencia de enfermedades como el cólera.
Las autoridades reconocieron que el terremoto provocó pérdidas por mil 200 millones de dólares y se precisan casi dos mil millones para la reconstrucción de la devastada región.
NATURALEZA DESAFIANTE, INSEGURIDAD Y MIGRACIÓN
Como si el seísmo no fuera suficiente, dos días después la tormenta tropical Grace azotaba la misma zona, con fuertes lluvias y vientos, y los endebles refugios temporales instalados al aire libre.
Se registraron inundaciones en ciudades del departamento Sudeste como Jacmel, Les Cayes y Marigot, mientras las autoridades llamaron a la solidaridad para albergar a los necesitados.
Al menos otras dos personas murieron como consecuencia de la tormenta tropical que luego se convirtió en un huracán de categoría tres, afectando Jamaica, Cuba y México.
En medio de este escenario las bandas armadas ampliaron su control de zonas estratégicas, empujaron a unas 20 mil personas a abandonar sus hogares, y bloquearon la distribución de combustible.
Los secuestros crecieron un 20 por ciento con respecto a 2020, entre ellos el mediático rapto de 17 misioneros de Estados Unidos y Canadá, y cientos de personas murieron por fuego cruzado entre las pandillas, que incluso amenazaron al primer ministro.
Para completar el cuadro sombrío, más de 15 mil haitianos intentaron alcanzar la frontera sur de México, con imágenes desoladoras del trato de los agentes policiales, y la amplia mayoría fue repatriado, a pesar de las duras críticas internacionales.
La tensa situación augura un complejo escenario para 2022, debido a unas lejanas elecciones presidenciales y la falta de un acuerdo político inclusivo con las fuerzas vivas de la nación.
Además, la debacle económica, con un tercer año consecutivo de contracción, diluye las escasas esperanzas del país caribeño.
rmh/arg
*Corresponsal de Prensa Latina en Haití