El aire que asciende rápidamente dentro de las nubes actúa como una fuente de energía alimentadora a escalas más grandes hasta provocar esos fenómenos polares y circumpolares, confirmaron en un artículo publicado por la revista Nature Physics.
Comprender este sistema de Júpiter, una escala mucho mayor que la de la Tierra, también podría ayudarnos con los mecanismos en juego en nuestro propio mundo, aseveró la oceanógrafa física y autora principal, Lia Siegelman.
“Poder estudiar un lugar que está tan lejos y encontrar elementos de la energía y materia nuestra que se apliquen allí resulta algo fascinante”, subrayó la investigadora de la universidad de California en San Diego.
Siegelman y sus colegas calcularon la velocidad y la dirección del viento siguiendo el movimiento de las nubes, después de analizar una serie de imágenes infrarrojas que capturan la región polar norte de Júpiter y, en particular, el cúmulo de vórtices polares.
La nave espacial Juno, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, llegó al sistema joviano en 2016, a partir de lo cual permitió la primera mirada a esos ciclones, que tienen un radio de unos mil kilómetros o 620 millas.
Existen ocho de estos que tienen su desarrollo en el polo norte de Júpiter y cinco en el sur, mientras han estado presentes desde esa vista inicial proporcionada hace cinco años, refiere el texto.
Los científicos no están seguros de cómo se originaron o durante cuánto tiempo han estado circulando, pero aseveraron tener evidencias ahora de que los sostiene una convección húmeda.
Juno tiene previsto orbitar alrededor de Júpiter hasta 2025, por lo cual los expertos consideran continuará entregando imágenes novedosas del planeta y su extenso sistema lunar.
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