El término desescalada domina en la prensa francesa como objetivo citado por fuentes cercanas al mandatario, quien en casa está a solo dos meses de las elecciones presidenciales, para las que aún no oficializó su candidatura, aunque nadie en suelo galo duda de que lo hará, aupado por una amplia ventaja en las encuestas.
Macron aseguró hace unos días al diario La Voix du Nord que sus prioridades ahora son superar la fase aguda de la pandemia de la Covid-19 y el pico de la crisis geopolítica, en la que Francia trata de asumir el papel de potencia conciliadora, favorecida por su presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea (UE).
Además de las preocupaciones por el complejo escenario relacionado con Ucrania y del contexto electoral y los beneficios del protagonismo en la búsqueda de su solución, un elemento de enorme peso define el encuentro en el Kremlin como una mezcla de esperanza y desafío: la postura agresiva de Estados Unidos ante las tensiones.
Washington lleva semanas atizando el conflicto, y cada esfuerzo diplomático, propio o ajeno, parece naufragar con la “revelación” por la Casa Blanca o el Departamento de Estado de supuestas informaciones de inteligencia desclasificadas que conducen a la determinación rusa de invadir a su vecino.
El envío de tropas estadounidenses hacia Europa oriental y el despacho de modernos medios de guerra por Occidente hacia Ucrania sugieren que una vez más Estados Unidos impone en el tablero internacional una crisis, y estas suelen contar como fondo dificultades internas del partido gobernante, y esas ahora mismo Joe Biden las tiene por montones.
Macron sabe que unilateralmente logrará muy poco, y acompaña sus gestiones, las cuales incluyen tres conversaciones telefónicas con Putin y una reunión en París bajo el formato de Normandía, con el trabajo con “los socios”, entre ellos Biden y el primer ministro británico, Boris Johnson, quien también juega un rol activo en la cruzada antirusa.
La crisis en torno Ucrania por complicada que parezca resulta fácil de comprender; Rusia ve su seguridad amenazada por la expansión de la OTAN en Europa del Este, alcanzando a países otrora miembros de la Unión Soviética, y Kiev representa un punto clave en ese tablero geopolítico, y para comprobarlo bastaría con mirar un mapa.
En declaraciones publicadas ayer por el semanario Le Journal du Dimanche, el mandatario francés insistió en el objetivo de la desescalada, el cual parece lógico ante las reiteradas campañas mediáticas de Washington sobre la “inminente” agresión a Ucrania por las decenas de miles de tropas concentradas por Rusia en la frontera común.
“Si bien no obtendremos gestos unilaterales, es indispensable evitar una degradación de la situación”, subrayó.
A solo horas de la reunión Macron-Putin, el Palacio del Elíseo confirmó la voluntad de discutir con Putin, quien en uno de los diálogos telefónicos habría propuesto a su interlocutor “ir al fondo de las cosas”.
Optimismo por algunos, pesimismo por otros, el tiempo permitirá evaluar los resultados de las gestiones, que seguirán mañana con la visita del jefe de Estado galo a Kiev para conversar con el presidente Volodymyr Zelenski.
Mientras avanzan estos pasos diplomáticos, Washington reiteró la política de “puertas abiertas” a la OTAN a “los países que cumplan los requisitos”, expresada la víspera en la cadena NBC por Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden.
Europa pudiera actuar de mediador efectivo y calmar las tensiones disipando los cantos belicosos, en definitiva el viejo continente conoce bien las consecuencias devastadoras para su gente de los conflictos, y en ese sentido las dos guerras mundiales no parecen tan lejanas en el tiempo.
Sin embargo, la UE sigue sin conseguir desatarse de las ataduras políticas, económicas y militares construidas por Estados Unidos durante décadas, las cuales el candidato presidencial y líder comunista francés Fabien Roussel llamó ayer a abandonar, en beneficio de la paz en Europa y el mundo.
Paremos de estar alineados detrás de la política guerrerista estadounidense y reencontremos nuestra propia voz, afirmó Roussel en su primer acto de campaña, celebrado en la sureña ciudad de Marsella. Para el aspirante presidencial, lo más importante es apostar por la paz, porque “después podremos indagar quién disparó primero, pero entonces será demasiado tarde”.
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