Los gobiernos buscan soluciones y la subida de las tasas de interés aparece frecuentemente en titulares como una de las alternativas, pero las señales que envía su aplicación práctica advierten riesgos que no pueden pasarse por alto. Brasil es uno de esos ejemplos, pues 11 meses después de las crecientes subidas los daños económicos se acumulan, según refirió el portal de noticias Bloomberg.
Las familias están ahogadas en deudas y destinan más de la mitad de sus presupuestos mensuales a hacer frente a los pagos, mientras el auge de las ofertas públicas de acciones (OPI), una fuente clave de financiación para las industrias en crecimiento, se ha detenido, describía la publicación.
El resultado es una economía nuevamente en recesión a menos de un año del colapso ocasionado por la pandemia de Covid-19, sin duda una alerta para la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE), que habían anunciado el incremento de los tipos para combatir la inflación.
Sobre el tema se pronunció esta semana el banco suizo Julius Baer, que no considera sea esa la solución mágica que aliviará las presiones inflacionarias, pues el aumento de los precios experimentado el año pasado tuvo sus causas en otros elementos.
El responsable de investigación de la entidad financiera, Christian Gattiker, explicó en un encuentro con los medios de comunicación que la vuelta a la normalidad tras la emergencia sanitaria y los cuellos de botella en la cadena de suministros fueron los factores que incidieron fundamentalmente.
En particular significó que el problema en las cadenas de suministros no desaparecerá con las subidas de tipos y, por el contrario, la consecuencia podría ser la entrada en recesión de la economía.
La nación sudamericana es la prueba de ello, cabría añadir.
Por lo pronto, de la aparente inminencia de la medida que traslucía a finales de enero, la mayoría de los bancos centrales han optado por la cautela y el estudio pormenorizado de la situación antes de aplicarla.
Según los pronósticos del Julius Baer, Estados Unidos pudiera estar en el pelotón de avanzada y podría comenzar a implementar el incremento de las tasas en este año, en tanto el BCE demoraría hasta 2024, más tarde aún que lo previsto por el consenso de analistas.
Otra de las economías fuertes, la japonesa, no espera aumentos hasta al menos 2027, por lo que habrá que estar atentos a las alternativas que encuentran para hacer frente a la tan temida inflación.
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