Datos oficiales emitidos en 2019 por la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadística, revelan que, antes de la pandemia, 37 por ciento de los niños y jóvenes de entre tres y 17 años de edad no asistían a ningún instituto de formación y la exclusión en el campo superaba el 57.8 por ciento.
La entidad señaló como causas de la ausencia en las escuelas los bajos ingresos de las familias de las comunidades rurales, sumado a la carencia de dispositivos electrónicos como computadoras, teléfonos y tabletas e Internet para asumir las clases virtuales desde 2020.
Cifras aportadas también por ese estudio revelan que cuatro millones 600 mil personas acceden al servicio en este país centroamericano y de ellas apenas un millón 300 mil (29 por ciento) pertenecen al área rural y sólo 512 mil emplean la red informática como parte de su aprendizaje.
Según el Observatorio Educativo de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, la virtualidad de los contenidos durante dos años de pandemia visibilizó aún más la desigualdad y los indicadores obligan a padres y docentes al regreso a las aulas, aunque muchas no cuenten con las condiciones mínimas.
El informe de monitoreo de la Secretaría de Educación determinó que, a finales de octubre de 2021, más de 15 mil 369 colegios impartían clases semipresenciales a los estudiantes, la mayoría ubicados en zonas rurales, lo cual representa cerca de 68 por ciento del total de las escuelas existentes.
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