Estrategias y políticas de prevención sobresalen en el documento, dado a conocer este jueves en un acto público, que encabezó la ministra de Estado para el Área Social, Carolina Cerqueira.
El Plan de Acción Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Paneti 2022-2025) tiene entre sus objetivos la creación de un ambiente favorable en pro del desarrollo armonioso de niños y niñas, así como el fortalecimiento de capacidades institucionales frente al flagelo de la ocupación laboral de los menores.
Según argumentó el Ejecutivo, la visión del Paneti responde a los compromisos suscritos por el país a la luz convenios de la Organización Internacional del Trabajo y denota la decisión de afianzar la protección de los derechos humanos.
En marzo de 2021, Angola respaldó la iniciativa de la Unión Africana para acabar con el trabajo infantil de cara a 2025 y el tráfico humano y la esclavitud moderna con proyecciones concretas hasta 2030, como parte de la agenda continental de desarrollo sostenible.
Distintas fuentes angoleñas reveleron que las manifestaciones más frecuentes del empleo de menores están relacionadas aquí con ocupaciones en el seno de las familias, esencialmente en la actividad agropecuaria, la venta ambulante en las calles y en los mercados informales.
Al decir del presidente João Lourenço, el país muestra importantes avances en la estrategia de protección infantil, pero queda mucho por hacer en términos de empoderamiento de las familias.
La fuga de la paternidad y el embarazo precoz, la violencia doméstica, las agresiones sexuales, las prácticas oscurantistas, la explotación del trabajo infantil y otras situaciones negativas están en el origen de muchos de los problemas, reconoció el político en junio de 2021.
Además, la sequía en la región sureña incrementó la hambruna en las provincias de Namibe, Huila y Cunene, lo que favoreció la desintegración de familias y el vertiginoso aumento de la mano de obra infantil, según reportó agencia angoleña de prensa, Angop.
Muchos prefieren faenar en granjas, pastar animales o arar campos agrícolas, pero la mayoría carece de equipos adecuados de protección como trajes, botas y guantes, abundó la nota.
No obstante, la mayor parte de los niños y adolescentes respondió que es preferible trabajar a quedarse en la calle pidiendo limosna, muchas veces sin conseguir nada para comer, reseñó la agencia.
Tampoco las autoridades pasan por alto los efectos adicionales de la Covid-19, de ahí la movilización de mayores recursos para beneficiar a las familias en desventaja, mediante programas como Kwenda, el cual permitió ampliar la asistencia social.
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