Esta es la primera suspensión de los combates a nivel nacional en Yemen en los últimos seis años, destacó el funcionario, según un comunicado divulgado por su oficina.
La población sufrió pérdidas inimaginables por este conflicto, que marcó todos los aspectos de la vida cotidiana, desde la situación en los mercados hasta el estado de las carreteras, las escuelas, los hospitales y los hogares, subrayó.
Ante esa situación, Grundberg instó a construir sobre el cese de las hostilidades un camino hacia la paz, lo cual es, estimó, responsabilidad compartida de las partes enfrentadas, los países de la región, Naciones Unidas y la comunidad internacional.
“Esta es una rara oportunidad en una guerra larga y brutal para avanzar hacia una solución política”, recalcó.
El representante de la ONU aseguró que la mayoría de los yemenitas están unidos en su deseo de mantener y consolidar la tregua como vía para alcanzar la paz.
No obstante, alertó sobre reportes de violaciones del cese del fuego, en especial en la estrategia gobernación de Marib, epicentro hace más de un año de una ofensiva de los rebeldes hutíes.
El sábado último entró en vigor el acuerdo tras las negociaciones dirigidas por Grundberg.
El pacto prevé la suspensión de “todas las operaciones militares ofensivas aéreas, terrestres y marítimas dentro de Yemen y más allá de sus fronteras”.
La última frase alude a los sistemáticos ataques de la milicia con drones y misiles contra blancos en Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, cuyas autoridades respaldan al presidente yemenita, Abd Rabbu Mansour Hadi.
A finales del pasado mes los hutíes anunciaron un alto el fuego unilateral de tres días, a lo cual las autoridades sauditas respondieron con otro similar durante la celebración del Ramadán, mes sagrado para los musulmanes.
La guerra comenzó en 2014, cuando los rebeldes se levantaron en armas y ocuparon grandes extensiones del país, incluida Saná, la capital.
Al año siguiente una coalición árabe, encabezada por Arabia Saudita, intervino en el conflicto en respaldo de Hadi.
Según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, dos tercios de la población, unos 20 millones de personas, dependen de la asistencia humanitaria y el 80 por ciento vive por debajo del umbral de pobreza.
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