«Hemos demostrado que necesitamos la autofagia para protegernos de la aterosclerosis, que se agrava y progresa cuando la autofagia disminuye, algo que también ocurre cuando las personas envejecen», comentaron los especialistas citados por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores consiguieron minimizar la placa de estrechamiento de las arterias en ratones potenciando la autofagia mediada por chaperonas (AMC), un proceso de limpieza celular.
Demostramos que aumentando la actividad de la AMC puede ser una estrategia eficaz para frenar la aterosclerosis y detener su progresión.
Este proceso -señalaron los científicos- mantiene el funcionamiento normal de las células mediante la degradación selectiva de las numerosas proteínas que contienen.
En la AMC, unas proteínas «chaperonas» especializadas se unen a las proteínas del citoplasma y las guían hasta unas estructuras celulares llenas de enzimas llamadas lisosomas para ser digeridas y recicladas, argumentaron los expertos.
La AMC, a través de su oportuna degradación de proteínas clave, regula numerosos procesos intracelulares como el metabolismo de la glucosa y los lípidos, los ritmos circadianos y la reparación del ADN.
Descubrieron que la alteración de la AMC permite que las proteínas dañadas se acumulen hasta alcanzar niveles tóxicos, lo que contribuye al envejecimiento.
Cuando la acumulación tóxica se produce en las células nerviosas pueden aparecer las dolencias neurodegenerativas, entre ellas, el Parkinson, el Alzheimer y la enfermedad de Huntington.
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