Un reporte de la Secretaría del organismo acerca del impacto de estos procesos en el desarrollo global, señaló que las medidas contra el gigante euroasiático podrían provocar que las principales economías avancen hacia un “desacoplamiento” en función de consideraciones geopolíticas.
Las naciones pudieran actuar de esta manera con el objetivo de lograr una mayor autosuficiencia en la producción y el comercio, añadió el documento, y advirtió que “incluso si no surgen bloques formales, los actores privados podrían optar por minimizar el riesgo reorientando las cadenas de suministro”.
En cualquier caso, las pérdidas de ingresos serían graves, especialmente para las economías emergentes y en desarrollo, apuntó el reporte, y agregó que a nivel mundial el producto interno bruto podría reducirse a largo plazo en un cinco por ciento, en particular al restringir la competencia y sofocar la innovación.
No obstante, la OMC consideró que el impacto final de estas medidas no está claro, dada la naturaleza cambiable de los productos básicos ofertados por Rusia a los mercados globales: principalmente alimentos, combustibles y minerales.
A corto plazo puede producirse una reorganización de los suministros, acotó el organismo, mientras a mayor término la reducción de las exportaciones de energía rusas podría compensarse con la producción de petróleo en otros países y una mayor dependencia de las fuentes renovables.
Para la elaboración del reporte los economistas de la OMC realizaron simulaciones para evaluar los efectos económicos y comerciales mundiales de la crisis y las sanciones.
Exploraron cinco escenarios: consecuencias directas de la guerra en Ucrania; impacto de algunas medidas contra Rusia; afectaciones por reducción en la demanda agregada en todo el mundo; posible imposición de restricciones a la exportación de trigo y cereales, e impacto a largo plazo de una posible desintegración de la economía global en dos bloques.
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