En declaraciones a la prensa, el ministro panameño de Seguridad, Juan Manuel Pino, reveló que muchas de esas personas continuaron su viaje hacia Estados Unidos, al tiempo que el país mantendrá un flujo migratorio controlado por la selva del Darién, territorio de 575 mil hectáreas de extensión, compartido con Colombia.
Asimismo, ofrecerá atención de salud, alimentación y un trato digno en claro respeto a los convenios y tratados internacionales de derechos humanos, acotó el titular durante un recorrido por la pequeña comunidad indígena de Bajo Chiquito, fronteriza con la vecina nación sudamericana.
Precisó que actualmente permanecen en territorio nacional tres mil 400 migrantes irregulares, entre ellos embarazadas, niños y familias enteras, que arriesgan la vida caminando por la boscosa jungla por más de 10 horas.
Mientras, el director de Servicio Nacional de Frontera, Oriel Ortega, indicó que más de 80 unidades integran la operación Mantus, la cual garantiza el tránsito seguro de estas personas para evitar que sean víctimas de robo u otros hechos de violencia.
Esta semana un informe de la oficina regional para América Latina y el Caribe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) develó que los infantes y adolescentes que cruzan esta inhóspita área se multiplicó por más de 15 en los últimos cuatro años.
Según este organismo internacional, desde 2017 la cifra de niños que atravesaron el Tapón del Darién rumbo a Estados Unidos, solos o acompañados, aumentó de 109 a tres mil 956 en 2019, aunque el pasado año disminuyó a mil 653.
Subrayó que, si bien en 2017 este grupo representaba solo el dos por ciento del total de la migración ilegal, en 2020 la proporción superó el 25 por ciento, lo cual evidencia un crecimiento drástico.
Estadísticas oficiales reflejan que en los últimos cuatro años más de 46 mil 500 personas transitaron la selva del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, de las cuales seis mil 240 fueron menores, flujo que no se detuvo a pesar de las restricciones de movilidad impuestas por la Covid-19.
A juicio de la Unicef, las repercusiones socioeconómicas generadas por la pandemia, la violencia, el desempleo, el racismo, la xenofobia y los fenómenos climáticos extremos incrementarán la pobreza y empujarán a más personas a emigrar a Estados Unidos en los próximos meses.
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