En tanto las organizadas, con altos niveles de autodisciplina, tienen menos riesgo de desarrollar demencia a medida que envejecen, precisó la revista Journal of Personality and Social Psychology.
“Los rasgos de personalidad reflejan patrones de pensamiento y comportamiento relativamente duraderos, que pueden afectar acumulativamente a la participación en conductas y patrones de pensamiento saludables y no saludables a lo largo de la vida”, subraya la publicación.
«La acumulación de experiencias a lo largo de la vida puede entonces contribuir a la susceptibilidad de enfermedades o trastornos particulares, como el deterioro cognitivo leve, o contribuir a las diferencias individuales en la capacidad de soportar los cambios neurológicos relacionados con la edad», señalan los expertos.
En la investigación fueron utilizadas tres aristas importantes de la personalidad como: concienciación, neuroticismo y extraversión.
Los individuos con alto nivel en concienciación tienden a ser responsables, organizados, trabajadores y orientados a objetivos, mientras lo que poseen elevado neuroticismo tienen una baja estabilidad emocional y tienden a sufrir cambios de humor, ansiedad, depresión, dudas sobre sí mismos y otros sentimientos negativos.
En tanto, los extravertidos obtienen su energía de estar rodeados de otros y dirigen éstas hacia las personas y su entorno, por lo que tienden a ser asertivos, entusiastas, y habladores.
Los participantes en el estudio con alta concienciación o bajo en neuroticismo eran significativamente menos propensos a progresar de una cognición normal a un deterioro cognitivo leve.
Por otra parte, los investigadores no encontraron ninguna asociación entre la extraversión y el desarrollo final del deterioro cognitivo leve, pero sí descubrieron que los participantes con alta en extraversión -junto con los que puntuaban alto en concienciación o bajo en neuroticismo- tendían a mantener un funcionamiento cognitivo normal durante más tiempo que los demás.
En cambio, el neuroticismo alto se asoció con al menos un año menos de funcionamiento cognitivo saludable, lo que pone de manifiesto los daños asociados a la experiencia a largo plazo del estrés percibido y la inestabilidad emocional, puntualizan los especialistas.
Además, los individuos con menor neuroticismo y mayor extraversión tenían más probabilidades de recuperar una función cognitiva normal tras recibir un diagnóstico previo de deterioro cognitivo leve, lo que sugiere que estos rasgos pueden ser protectores incluso después de que un individuo comience a progresar hacia la demencia.
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