Si disminuimos la producción de los compuestos orgánicos volátiles, el planeta obtendrá los beneficios de inmediato, aseveró el autor principal, Wei Liu, en un artículo divulgado por la revista británica Nature Climate Change.
El ozono troposférico –explicó- resulta un contaminante del aire debido a pesticidas, humo de tabaco, la combustión o el monóxido de carbono de los hornos, las estufas de gas y los vapores de escape de los automóviles.
Ello, a un nivel bajo, agrega una gran cantidad de calor al océano Antártico, más de lo que los expertos creían anteriormente, señaló el texto.
“La gente no prestó mucha atención en el pasado a uno de los principales sistemas de enfriamiento de la Tierra y, según nuestros modelos, deberían hacerlo”, afirmó el catedrático.
El Antártico, también llamado Austral, acumula un tercio de todo el exceso de carbono en la atmósfera del mundo y aproximadamente el 75 por ciento del exceso de calor recolectado por los todos océanos.
Los implicados en el estudio consideraron clave entender este fenómeno para poder controlarlo, pues el alza de las temperaturas del mar lleva a problemas bien documentados del aumento de su nivel.
En la década de 1980, la creciente preocupación por un agujero generado por la contaminación en la capa superior protectora de ozono condujo al Protocolo de Montreal, Canadá.
Un acuerdo ambiental histórico codificó la determinación de los 198 miembros de las Naciones Unidas de regular los productos químicos que generan esa zona de la atmósfera.
“Desde que se ratificó el protocolo, el agotamiento del ozono se recuperó un poco en la estratosfera, y las proyecciones climáticas indican continuará recuperándose gradualmente”, comentó Liu.
Los hallazgos nuestros –advirtieron los científicos de la UCR- son útiles para mostrar dónde las personas pueden realizar cambios adicionales que mejorarán el medio ambiente.
oda/znc