
En la cita de ayer, calificada de histórica, los comparecientes ofrecieron detalles de los graves hechos perpetrados contra civiles en el contexto del conflicto interno en Colombia.
Estas audiencias están contempladas en la investigación del caso 03 de la JEP, conocido como el de falsos positivos.
De acuerdo con esa entidad nacida del Acuerdo de Paz, la Sala de Reconocimiento de Verdad avanza en el esclarecimiento y juzgamiento de los crímenes cometidos por los agentes de Estado que habrían presentado a más seis mil colombianos como guerrilleros dados de baja en combate cuando no lo eran.

Representantes de víctimas como integrantes del colectivo Madres de Soacha participan en el acto, como medida de reparación simbólica de los daños que estos crímenes causaron en ellas, sus familias, comunidades y en su territorio.
Esta mañana, Carmenza Gómez fue la primera madre en tomó la palabra en el auditorio Jorge Pacheco Quintero, de la Universidad Francisco de Paula Santander, de Ocaña.
«Les digo que, por favor, ellos tienen hijos e hijas. Que se pongan la mano en el corazón y nos digan sinceramente la verdad y no se echen al agua solos. ¿Quién dio la orden así haya sido el que haya sido? No solamente ustedes», preguntó.
Después de relatar que cinco meses después de la muerte de Víctor Fernando (23 de agosto de 2008) fue asesinado su segundo hijo, pidió a los imputados los nombres de quienes ordenaron estos crímenes.
Ayer, en el primer día de audiencias, el coronel (r) Santiago Herrera Fajardo explicó que las dinámicas de guerra establecidas por los comandantes Mario Montoya y Carlos Obidio Saavedra, lo llevaron a cometer los crímenes imputados para tener resultados.
«No necesité ponerme de acuerdo con nadie para conformar este aparato criminal, a medida que iba presionando a mis subalternos para que me produjeran muertes y reportaran resultados, que yo reportaba a su vez al comandante del Ejército en Bogotá y al comandante de la segunda división», enfatizó.
Admitió que presionó a sus subalternos para que presentaran bajas en la guerra con las guerrillas y para ello se valió de mecanismos como programas radiales, comunicaciones individuales a los comandantes de batallones, amenazas de anotaciones negativas en el folio de vida por «falta de gestión y de eficiencia en los resultados operacionales», entre otros.
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