Por Julio Morejón Tartabull
Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina
En pleno proceso de mundialización -en el cual parece que la hegemonía económica y tecnológica son los instrumentos para imponer el corral de la unipolaridad ideológica-, los pueblos africanos demuestran que pueden saltar la valla y con eso defender su soberanía, porvenir e integridad moral.
Para el continente no es fácil mantenerse en pie con los bolsillos vacíos y el hambre saltando sobre el estómago, pero lo enfrentan con decoro como enseñaron los próceres cuando el 25 de mayo de 1963 dieron el mayor ejemplo de cordura política al crear la Organización de la Unidad Africana (OUA), predecesora de la Unión Africana (UA).
“La UA fue establecida en el año 2001 por el Acta Constitutiva en Lomé, Togo. Es una organización multilateral que promueve la cooperación en temas políticos y económicos, y en otras áreas de interés común para los países africanos. Se basa en los principios democráticos, la buena gobernanza y los derechos humanos”, define crin.org.
En momentos complejos se pone a prueba la firmeza de su cohesión como defensa para la supervivencia de los Estados, que hace más de medio siglo dejaron de ser ramas del árbol colonial y comenzaron a crecer con la mirada puesta en el futuro promisorio, al cual llegarán con el valor de sus fuerzas.
El Día de África fue decretado con el propósito de difundir mundialmente las necesidades de los países del continente y reafirmar sus avances socioeconómicos, principalmente la liberación del colonialismo, que dio una perspectiva distinta a sus pueblos.
A la celebración de la fecha se unen las reflexiones sobre los retos pendientes, entre ellos, frenar la inestabilidad causada por la violencia integrista de cariz confesional, la galopante crisis económica, el espectro de la corrupción y los problemas devenidos del deterioro climático.
LA VIOLENCIA
Aunque los focos de tensiones se redujeron en los últimos cinco años en escenarios de conflicto bien definidos como Somalia y Sudán del Sur, las contiendas se dispersaron y ahora se enfrentan comunidades por los recursos naturales o por cuestiones de propiedad territorial.
Otros incidentes son las agresiones de los grupos terroristas de distorsionada filiación islámica que operan fundamentalmente en la región occidental de la semidesértica franja ecoclimática del Sahel, considerada por su fragilidad una zona franca para el tráfico ilegal de drogas y armas.
Al respecto la UA, además de rechazar la escalada de agresiones contra las poblaciones civiles, también impugna la sucesión de golpes de Estado ocurridos desde 2019 porque van contra los patrones de democracia defendidos por la organización.
La Unión condena los asaltos al poder, en tanto son cambios por la fuerza que suelen conducir a la ingobernabilidad y a mayores tensiones, así como a la ruptura de consensos nacionales y/o subregionales, los cuales pueden causar peligrosas situaciones de caos lejanas de la añorada paz social.
También la organización defiende el debate público constructivo y la cooperación para resolver discrepancias, ofrecer soluciones concretas con obediencia a la legalidad internacional y a la coyuntura contemporánea, acudiendo en casos para la resolución conflictual, a la tradición negociadora africana profundamente discreta.
Esa afinidad de criterios se manifestó en el tema de concretar la Zona de Libre Comercio Continental Africana (Afcfta), cuyo objetivo incluye crear un mercado único de bienes y servicios, que facilite el movimiento de personas y profundice la integración económica de acuerdo con la denominada Visión Panafricana.
Considerado un notable paso de avance en el proceso unificador, la Afcfta está operativa desde el 30 de mayo de 2019 con la participación de 22 Estados de la UA y su fin es establecer un área de cobertura para más de mil 300 millones de personas. El acuerdo entró oficialmente en vigor el 1 de enero de 2021.
LO SOCIAL
En lo referente a la sociedad, África trabaja para recuperarse de la pandemia de la Covid-19, sin desatender otras dolencias como la poliomielitis, la malaria, el cólera y Ébola, que ahora vuelve a amenazar con expandirse a la vecina República del Congo, a partir de su reservorio en la República Democrática del Congo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS): “El riesgo de una propagación regional e internacional de esta epidemia no se puede excluir pues la ciudad de Mbandaka -foco localizado- colinda con el río Congo y tiene conexiones fluviales y terrestres con Kinshasa, República del Congo, República Centroafricana y Angola”.
Junto con la aún escasa asistencia epidemiológica también se incluyen puntualmente como necesidades sociales el consumo de agua de calidad, la extensión de la cultura sanitaria, así como la educación sexual como forma de contrarrestar la propagación del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
Es un reto para el continente -aunque resuelto en varios países- la escolarización y el perfeccionamiento continuo de la labor docente-educativa para dar los saltos cualitativos requeridos en la formación de la inteligencia regional, y capacitarla para generalizar el desarrollo cultural y liberar las fuerzas productivas.
La integración plena de la mujer en la vida económica y sociopolítica es un componente de género en la agenda de la Unión Africana, consciente de la impostergable inclusión del sector femenino en todos los asuntos de la construcción de la sociedad continental en la globalización.
El orden neoliberal de la década de los años 90 llevó a África a un período difícil que la hundió en una crisis generalizada, enfrentada a muchas dificultades y escaso apoyo exterior, y todo ello proyectó la imagen aparente de una depreciación de la importancia continental para los actuantes centros de poder, contrastaron estudiosos.
Pero la región se salvó y continúa hoy profesando un credo de fraternidad y cohesión, la unidad, que sin ser obediencia ciega y mecánica, sí es objeto de una racionalidad madura, refuerza sus avances y le permite definir con mayor claridad un merecido horizonte de desarrollo.
La asociación de intereses preconizada por los ilustres del panafricanismo y promotores de la UA como Nwame Nkrumah, Julius Nyerere y Sekou Touré, y los patriotas Patricio Lumumba, Amílcar Cabral, Thomas Sankara, Agostinho Neto, Nelson Mandela y otros, deviene escudo protector contra trampas recolonizadoras.
arb/mt