El ministro de Educación, Nesmy Manigat, precisó que desde junio la institución se vio obligada a suspender la enseñanza, cuando los enfrentamientos en la zona desalojaron a más de 20 mil personas a precarios refugios.
Manigat quien asumió el cargo a finales del pasado año, impulsa la campaña La escuela no puede esperar, que persigue reabrir los centros docentes cerrados y permitir a los niños acceder a la enseñanza.
Con esta iniciativa puso en funcionamiento instituciones docentes en Martissant, Bel Air y La Saline, esta última clausurada hace tres años cuando una masacre segó la vida de decenas de personas.
Manigat sostiene que la educación es el arma más grande para construir la paz, además de devolver la vida a los barrios desfavorecidos.
La marcada ola de violencia que vive el país en los últimos años afectó notablemente la educación, y decenas de escuelas de barrios vulnerables tuvieron que cerrar sus puertas, mientras otras están obligadas a pactar con las pandillas para operar.
En noviembre pasado, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) denunció que al menos siete escuelas en Puerto Príncipe tuvieron a pagar a las bandas armadas que controlan el territorio a cambio de seguridad.
A inicios de este mes, un reporte de la propia Unicef dio cuenta que al menos medio millón de niños perdieron el acceso a la educación debido a la violencia relacionada con las pandillas, y casi mil 700 escuelas se encuentran cerradas en la zona metropolitana de Puerto Príncipe por los enfrentamientos hostiles entre estos grupos.
“Las familias, las mujeres, y los niños, niñas y adolescentes tienen miedo de salir de casa. Los niños y niñas tienen miedo de ir a la escuela. Ningún niño, niña o adolescente puede ir a la escuela mientras las balas vuelan en el aire, es inseguro y esto no puede ser”, dijo Bruno Maes, representante de Unicef en Haití.
La instancia advirtió que estos infantes sin acceso a la enseñanza corren el riesgo a ser reclutados para integrar las bandas, y a menudo son utilizados como soldados o espías, en constante violación de sus derechos.
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