El texto Café con el diablo, publicado hace poco, dedica un capítulo a este país sobre los desmanes de la dictadura del general golpista (1973-1990) tras la asonada contra el gobierno legítimo de Salvador Allende, reseña el diario.
Esa parte del volumen de la Editorial Akal recuerda una conversación con el exoficial del Ejército Juan Molina, quien tripuló naves en 1979 y 1980 para lanzar al mar cuerpos de prisioneros políticos, vivos o muertos.
El veterano corresponsal de guerras como la de Vietnam, Iraq y Siria define al exmilitar como «un pobre diablo que nunca se ha podido recuperar de aquella colaboración con los vuelos de la muerte».
Romero (1947) quien llegó a Chile el 11 de septiembre de 1973, describe «los cadáveres que aparecían en el Mapocho, hasta la muerte de Neruda y la destrucción de su casa».
El escritor rememora, en especial, los primeros días de la asonada, su propia detención en 1976 en el campamento de prisioneros de Cuatro Álamos y una visita al campo de concentración y tortura del Estadio Nacional.
«El sábado 22 de septiembre –escribe sobre esto último- las autoridades militares organizaron una visita de periodistas al Estadio Nacional para mostrarnos ‘las buenas condiciones en que se encontraban los presos’.
Romero describe aquello como “una experiencia demoledora, pese a las muchas precauciones adoptadas por los uniformados que nos escoltaron”, por el sangriento recibimiento a “prisioneros de un vehículo celular” que coincidió con los reporteros visitantes.
“Los soldados –narra- les hicieron bajar a culatazos, sin ahorrar en malos tratos pese a la presencia de fotógrafos y cámaras de televisión de todo el mundo».
El diario chileno recuerda que Café con el diablo, publicado hace poco, recorre países como Chile, Argentina, Nicaragua, Camboya y la propia España, con entrevistas a torturadores y asesinos durante la violencia en el mundo en el siglo XX.
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