Fue sencillamente impresionante porque desde muchas horas antes del concierto, programado para la tarde-noche esperando la clausura del IX Foro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) donde minutos antes fue condecorado, la gente comenzó a hacer filas por los diferentes accesos habilitados por el gobierno capitalino.
La avalancha se preveía y por ello las autoridades federales movilizaron a 677 policías apoyados por 34 vehículos oficiales y tres ambulancias, a fin de mantener el orden. Empezó a llover, pero quienes estaba posicionados en lugares estratégicos no los abandonaron.
El concierto se dio en el marco del “Festival Cantares, Fiesta Trova y la Canción Urbana”, y bajo la denominación Concierto Silvio Rodríguez “Un recorrido para las causas justas”, y nadie quería perderse el regreso del trovador al Zócalo después de ocho años de ausencia.
La expectativa se creó desde el primer momento en que, por equivocación, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, adelantó la actuación de ayer entusiasmada porque sería el cantautor cubano el primero en inaugurar la nueva etapa post Covid-19 de actos públicos masivos en el más popular espacio de todo México.
Silvio demostró que aquellos ímpetus de llenar estadios y plazas en su juventud cuando inauguraba la nueva trova con otros grandes como Vicente Feliú o Sara González, y temas como La Era se convertían en himnos sociales, los sigue manteniendo a sus 75 años y los fieles de su poesía hecha música pasan fluidos y uniformes de generación en generación como aguas de un caudaloso río.
Aquí expuso anoche su último trabajo discográfico “Para la espera”, que lanzó en 2020 y el compositor recuerda a amigos que fallecieron ese año, pero los éxitos añejos que superan la eternidad como Ojalá, Quién fuera, Óleo de una mujer con sombrero, Canción del elegido, volvieron a estremecer corazones.
Silvio fue declarado por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, como huésped distinguido y le entregó las llaves de la ciudad, mientras que la directora de Clacso, Karina Betthyány, le confirió una placa y diploma por su aporte con sus composiciones humanistas a las ciencias sociales.
Mientras que con el presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez Muller se tomó un café y les dedicó una de sus obras más admiradas por el matrimonio, El Necio.
Como dato anecdótico y singular, aunque a ambos les gustan todas las composiciones de Silvio, le rinden una particular pleitesía a El Necio -que lo canta y tiene grabado en vídeo Beatriz- porque, según los allegados a la pareja presidencial, su letra, y en particular la tesis de la canción, “yo me muero como viví”, tiene una significación muy especial en su cosmovisión humanista.
En este concierto, que pasará a los anales de la cultura de México como uno de los más memorables en la histórica plaza por donde han desfilado los principales próceres de la historia nacional, Silvio estuvo acompañado por el grupo Trovarroco (Rachid López y Maikel Elizarde), la flautista y clarinetista Niurka González y Oliver Valdés en la batería y percusión, Jorge Reyes en el contrabajo, Jorge Aragón en el piano y Emilio Vega en el vibráfono.
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