En la ceremonia de inauguración de la gigantesca planta, que llegará a refinar hasta 340 mil barriles diarios de crudo cuando esté a plena capacidad en 2023, López Obrador volvió a hablar de su estrategia energética la cual consiste básicamente en dejar de vender petróleo crudo para procesarlo todo en México.
De esa manera el país dejará de ser importador de combustibles, en especial gasolinas y diésel, y no solamente será autosuficiente, sino que se convertirá en exportador de productos refinados.
Calificó de acontecimiento histórico la terminación de la obra en apenas tres años y con gran parte de ingeniería mexicana que se creció ante los grandes retos que significó y recordó que hacía más de cuatro décadas que México no construía una refinería.
Explicó que México hizo todo lo contrario a lo que decidieron muchas empresas que con la crisis de la Covid-19 vendieron o desmantelaron sus refinerías y aquí lo se hizo fue reforzarlas y ampliar la capacidad, y puso como ejemplo que en Estados Unidos vendieron hasta 20 y aprovechó para comprar la Deer Park, de la Shell.
Anunció también la construcción de dos coquizadoras para aumentar la producción y eliminar el combustóleo contaminante. Finalmente hizo un repaso de todo lo que ha hecho en estos cuatro años desde su victoria electoral el 1 de julio de 2018 y la toma de posesión en diciembre de ese mismo año y se ha creado un nuevo rostro de México.
En la ceremonia la secretaria de Energía, Rocío Nahle, dio una amplia explicación para concluir en un tiempo récord una planta de esa magnitud. Lo consideró un éxito de la ingeniería básica mexicana construyó en apenas dos años toda la infraestructura ingenieril de la refinería.
Octavio Romero Oropeza, director general de Pemex, firmó los contratos para las plantas coquizadoras, y lo mismo hizo Manuel Bartlet, de la Comisión Federal de Electricidad, de una alianza estratégica con dos empresas estadounidenses para la construcción de nuevos gasoductos y una planta de licuefacción.
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