Entretanto, el gobierno trasladó a más de 472 mil ciudadanos a mil 605 refugios, reflejó este viernes el portal New Age.
Las Naciones Unidas y las organizaciones asociadas están apoyando los esfuerzos mediante la entrega de asistencia alimentaria, agua potable, dinero en efectivo, medicamentos de emergencia, kits de higiene y apoyo educativo a las familias afectadas.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) asignó 2,8 millones de dólares de sus recursos internos para satisfacer las necesidades de emergencia y proporcionó ayuda para casi un millón de personas, mientras el Programa Mundial de Alimentos distribuyó 85 toneladas de galletas fortificadas a 34 mil hogares.
El Fondo de Población de la ONU dio ayuda para que las mujeres embarazadas accedan a los hospitales y colocó comadronas para brindar apoyo obstétrico de emergencia las 24 horas del día, también gestiona hogares de espera para mujeres embarazadas mientras esperan el parto institucional.
La Organización Mundial de la Salud suministró 250 mil tabletas de purificación de agua a las personas afectadas.
Organizaciones no gubernamentales proporcionan respuestas de emergencia en las zonas más afectadas, incluyendo la provisión de ayuda monetaria, agua potable, refugio y saneamiento bajo la dirección del gobierno.
Pero a pesar de estos esfuerzos, debido a la magnitud de las inundaciones hay zonas que siguen inaccesibles y aisladas del rescate o la ayuda, por lo cual muchos de los ancianos de las comunidades describen esta inundación como la peor en sus vidas.
Además, unas 60 mil mujeres de las zonas afectadas están embarazadas y de ellas seis mil 500 darán a luz en el próximo mes.
Dado que los centros de atención primaria están sumergidos y no funcionan, la mayoría de estas mujeres tienen un acceso limitado o nulo a la atención sanitaria.
En los lugares donde el agua retrocedió un poco, más familias volverán a sus casas dañadas, otras tendrán que reconstruirlas desde cero, y también habrá que reparar las letrinas y las fuentes de agua dañadas.
A su vez, los niños perdieron tres semanas de estudios y sus libros fueron arrastrados por las aguas, lo cual se suma a la pérdida de escolaridad por el cierre de escuelas relacionado con la Covid-19.
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